Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

30 de septiembre de 2009

Tristeza


Hay veces que uno mira los telediarios, o simplemente en torno a sí, y se desanima al ver hasta dónde puede llegar la tontería de esta humanidad a la que pertenecemos. Hay veces que uno lee noticias como ésta, ésta, o esta otra (lo concedo, la última no es en sí muy grave, incluso sería muy graciosa de no ser verdad, pero es que a Dios nos lo meten en cada fregado…) Bueno, lo que decía, que con noticias como ésta la desesperanza puede hacernos su presa.

Hay otras veces que el abatimiento viene sobre uno y se hace sentir con todo su peso, así, porque sí; hay veces que uno se mira adentro y sólo encuentra motivos de desaliento; hay veces que uno se siente como una cucarachita, en lo hondo de lo más hondo de lo hondo…

Es quizá en esos momentos –cuando nos sentimos solos, cuando nos sentimos unidos a otros- que podemos intuir el excesivo gran Amor de Aquel de quien procede el perdón y la redención…

Desde lo hondo a Ti grito, Señor,
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de Ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra.
Mi alma aguarda al Señor
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
(Salmo 129)


Os propongo orar este salmo, en unión con todos nuestros hermanos lgbt perseguidos… También por quienes les hacen sufrir.

26 de septiembre de 2009

26 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (9, 38-45.47-48)

Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No se lo impidáis, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Os aseguro que no quedará sin recompensa el que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que vosotros pertenecéis a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.”


¡Ay, cómo nos gusta apropiarnos de algo o alguien para enfrentarnos con los “otros”! ¿Acaso esta actitud de Juan no está siempre de actualidad? Gracias a Dios –y nunca mejor dicho- ahí está El para enseñarnos como vivir.

25 de septiembre de 2009

Biblia y homosexualidad

Como complemento al artículo de ayer, aquí os traigo este texto del Rvdo. Matthew Fox, publicado en “A word about Religion & gay marriage from a theologian”. Aunque su punto de vista está centrado sobre el matrimonio, dice mucho sobre las relaciones amorosas homosexuales en sí; y a pesar que yo no comparto al cien por cien algunas de sus afirmaciones (estoy hasta el gorro de que sean los animales los que justifiquen mi forma de amar) me ha parecido interesante traducirlo y compartirlo con vosotros:

Como siempre en la vida hay que utilizar la cabeza que Dios nos ha dado, porque nos puede ayudar a discernir la importancia relativa de las cosas, sobre todo la de los textos bíblicos: qué importancia dar a cada una de las diversas prescripciones de la Biblia sobre el matrimonio homosexual. Estos son, a mi parecer, los tres textos más importantes:

El primero es « Dios es amor ». Afirmación increíble, y a pesar de tantos siglos, siempre nueva. Dios es amor: cuando damos amor, cuando recibimos amor, ahí está Dios. El amor es lo mejor del ser humano que somos. Dios se hace presente cuando damos y recibimos amor, en los buenos días y en los malos, en la salud y en la enfermedad.
Mi edición de la Biblia no dice “Dios es amor heterosexual”, sino que simplemente dice “Dios es amor”. El matrimonio se supone fundamentado sobre el amor, y lo hace crecer, lo alimenta, lo celebra. Este es un buen argumento a favor del matrimonio homosexual. El matrimonio celebra y protege el amor. Todos los amores.

La segunda enseñanza bíblica a favor del matrimonio gay es la palabra de Jesús cuando dice “buscad primero la justicia”, sostener los anawim, los pobres, los que no tienen voz, los excluídos, los oprimidos. Está claro que los homosexuales han estado oprimidos. Algunos han sido encarcelados, encerrados en psiquiátricos, golpeados, asesinados. Una gran parte han tenido que esconderse y mentir sobre su vida. La enseñanza de Jesús de permanecer al lado de los oprimidos se aplica perfectamente a las minorías sexuales, como a toda minoría.

La retórica religiosa contra el amor gay se apoya siempre sobre el argumento “no es natural”, “es algo contra natura”. Pero la ciencia, que tiene precisamente la misión de explorar la naturaleza, nos descubre justo lo contrario. Así pues los científicos descubren parejas homosexuales en al menos 464 especies, desde los delfines hasta ciertas aves, pasando por los perros y las focas. La homosexualidad es pues natural… en ciertas minorías. Dios es el autor de la infinita diversidad de la naturaleza, diversidad sexual incluida. Dios es el autor, ¡sí!; del amor gay, como lo es de todo amor.

Alegrémonos de comprender hoy de una manera renovada y asombrosa las antiguas afirmaciones de la fe: Dios es amor, buscad primero la justicia y la naturaleza es la obra de Dios.


Esta es una traducción del articulo publicado por Parpaillot en su blog.

24 de septiembre de 2009

Lo que la Biblia dice realmente sobre la homosexualidad


Estos días he aprovechado para releer este libro del profesor D. Helminiak, doctor en Teología y Psicología. En un estilo bastante sencillo consigue explicar un tema bastante complicado. El autor hace un repaso a esos textos bíblicos que son lanzados contra nosotros, los homosensibles, partiendo del relato de Sodoma hasta llegar a los textos paulinos, pasando por el libro del Levítico. Su análisis de Rm 1, 18-32 es muy acertado, poniendo de relieve la gran novedad del cristianismo en relación al judaísmo (y a las religiones paganas del momento): si antes era la pureza ritual lo que importaba, con Cristo es la pureza del corazón la que hay que buscar.

Esto es una buena señal de alerta, porque siempre está presente la tentación de buscar refugio y seguridad en ciertas normas de “pureza ritual” o, incluso, de “pureza social”. ¿Nos atreveremos nosotros a vivir la libertad de los hijos de Dios?

Creo que la lectura de este libro es interesante, para todos los sexos y tendencias afectivas; descubrir la Palabra de Dios es descubrir cosas sobre Dios mismo y lo que El creó a su imagen y semejanza, es decir, el ser humano.

21 de septiembre de 2009

Amar

Poco a poco –o de golpe, que en estas cosas nunca se sabe- el Amor de Dios nos hace salir de nuestro solipsismo. Si El me ama de esta manera, también estos que me rodean son amados y amadas por El. Es el momento de la respuesta, y… nunca estamos forzados a ello. Somos libres para responder o no, de la misma manera que somos libres para aceptar el amor de Dios, o no hacerlo.

El amor hacia los otros no tiene mucho que ver con los sentimientos, ni con las emociones: es completamente posible amar a alguien que nos cae fatal. Y, por supuesto, ¡nada que ver con el sentimentalismo, el dolorismo y otros “ismos” similares! Este amor es cuestión de voluntad, más bien. Darse cuenta que el que está enfrente de mí tiene tanto derecho como yo al amor de Dios (recordemos que es incondicional), y que aunque no le soporte, tiene también sus zonas de luz (igualito que yo, vaya). Así pues, buscaré su bien, porque de eso se trata.

Cada uno encontrará después su manera propia y particular de hacer real de este amor: y aquí ya nos metemos en otro tema, el de los carismas y vocaciones personales. Eso si, sin olvidar que el que no ama a los de aquí, malamente puede amar a los de allá.

Queridos, amémonos los unos a los otros, porque el amor nos viene de Dios. Todos aquellos que aman son hijos de Dios, y conocen a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
(1Jn 4, 7-8)

19 de septiembre de 2009

25 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (9, 30-37)
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablabais en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".


Bueno, esto me hace pensar en la historia del padre que aún no se ha muerto y los hijos que se reparten la herencia… Menos mal que Jesús mismo nos da una clave de comprensión: no es cuestión de ser mejor o peor, se trata de ver a los otros como dignos de ser servidos. ¿Qué os sugiere a vosotros este pasaje?

16 de septiembre de 2009

Amarse

Continúo con el tema iniciado anteayer… bueno, más bien continuado, porque me doy cuenta que prácticamente sólo hablo de esto (por el momento…).



A ver, imaginemos uno que está en casa, tranquilito, pelín depre porque “mira tú, no soy nada guapo, aún encima soy mariquita y eso como que no está muy bien visto… o sí, pero el caso es que soy un tipo genial o una abominación sólo por este detalle; además mi jefe me hace la vida imposible y mis vecinos de arriba, que son unos capullos, me cabrean que… Si es que tengo un mal carácter que pa qué…” En fin, que uno está así, en plan Calimero, y por fin interioriza que Dios le quiere, así, porque sí, porque es él y no otro, y con un amor inmenso que no se puede concebir. Toma ya. Este uno se quedará de entrada alelado con este notición, y después se dará cuenta de un pequeño gran detalle: “Joé, pues si El me quiere así, es que yo valgo algo… a pesar de todo… ¡No! No a pesar de, sino con todo lo que soy… vaya, que entiendo que los otros me puedan querer… e incluso ¡puedo quererme un poco!

En otros tiempos se ha predicado mucho el desprecio de sí, pero, ¿tenemos derecho a despreciar lo que Dios ama con locura? Más bien habrá que predicar el amor a sí mismo… No el egoísmo, por favor, no confundamos las cosas. Amarse a uno mismo como El nos ama es tomarnos en serio, reconciliarnos con nuestras flaquezas, defectos y virtudes, liberarse por fin de la tiranía de la imagen que queremos dar, del qué dirán y similares. Ahí tocaremos la profundidad de la humildad: reconocerse tal y como uno es, y actuar en consecuencia; ser auténticos. Además, para poder amar a los otros, hay que amarse a sí mismo… Pero eso será en otro articulillo.

14 de septiembre de 2009

Dejarse amar

Durante mucho tiempo me han dicho que había que merecer el Amor de Dios, que había que ganar el cielo, que había que trabajar por la propia salvación, y un montón de cosas así. Lo peor es que, durante muchos años, me lo creí. El foso entre lo que yo era –y soy- y lo que me decían –y yo creía- que debía ser se agrandaba más y más hasta volverse insoportable. Un desastre, vaya.

Cada vez me convenzo más que es El quien toma la iniciativa de amor. Y esto no me lo invento yo, es Palabra de Dios (¡pero que alguien me dé la cita, por favor, que no la encuentro!). Hay otra persona que lo explica muy bien, la carmelita Isabel de la Trinidad (1880-1906) en una carta escrita unos días antes de morir dirigida a su priora. Le cedo la palabra:


[…]Tú eres amada extraordinariamente, amada con el amor de predilección que tuvo el Maestro en la tierra hacia algunos y que los llevó tan lejos. El no te dice como a Pedro: ¿Me amas más que éstos? Escucha lo que te dice: ¡Déjate amar más que éstos!, es decir, sin temer que algún obstáculo sea obstáculo, porque Yo soy libre para derramar mi amor en quien me place. ¡Déjate amar más que éstos!, ésa es tu vocación, y siendo fiel a ella me harás feliz porque engrandecerás el poder de mi amor. Este amor sabrá rehacer lo que hubieres deshecho. ¡Déjate amar más que éstos! […] La fidelidad que te pide el Maestro es de permanecer en comunión con el Amor, de derramarte, de enraizarte en este Amor que quiere marcar tu alma con el sello de su potencia y grandeza. No serás superficial si estás despierta en el amor. Pero en las horas en las que no sientas más que el decaimiento, el cansancio, le agradarás todavía si eres fiel en creer que El obra aún, que te ama de todas formas, y más aún: porque quiere engrandecerse en ti. […]

Se puede decir más alto, pero no más claro. Seas quien seas, seas como seas, Su amor te rodea. Es cuestión de saber dejarse amar. Y como no es plan de hacer artículos enormes en este blog, seguiré en otro momento con este tema. ¡Hasta pronto!

12 de septiembre de 2009

24 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (8, 27-35)

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.”


Hay momentos en nuestro cotidiano en los que intuimos la grandeza de Dios, de los que nos rodean, de nosotros mismos… y luego ocultamos esta luz con nuestros esquemas mentales. Sin embargo, a pesar de la bronca que podamos recibir de Jesús, El no deja de acompañarnos. Este texto me sugiere un montón de otras cosas, pero os dejo la palabra a vosotr@s...

10 de septiembre de 2009

Aceptar

Estos dos últimos textos que he publicado aquí responden a algo que está siendo muy presente en mi vida: la existencia de flaquezas en mí, de elementos de los que no estoy orgulloso, y de actos que, incluso sin ser pecado, no dejan de sonrojarme. Esto por un lado. Y por el otro, el Amor de Dios, la mirada que El pone en mí de acogida y de bendición (bendición = decir bien). Aceptar este Amor incondicional puede revelarse un reto aun mas difícil que el de llegar a altas cotas de ascetismo. Aceptar este Amor implica amarme a mí, y a todos aquellos que me rodean; porque cada uno, cada una, recibe la misma mirada de Amor de predilección.

Señor, Tú me sondeas y me conoces;
conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. (…)

Porque Tú mis entrañas has formado,
Me has tejido en el seno de mi madre;
Yo te doy gracias por tantas maravillas:
Prodigio soy, prodigios son tus obras.

Salmo 138 (139)

9 de septiembre de 2009

Dios te necesita

La próxima vez que pienses que tú no eres digno de servir a Dios, acuérdate que…
Noé se emborrachó
Abraham era demasiado viejo
Isaac era un soñador
Jacob era un mentiroso
Lía era fea
José era un ingenuo
Moisés era tartamudo
Gedeón tenía miedo
Sansón llevaba el pelo largo y era un mujeriego
Rahab era una prostituta
Jeremías y Timoteo eran demasiado jóvenes
David tuvo una amante y se cargó al marido de ésta
Elías quiso suicidarse
Isaías predicó desnudo
Jonás se escapó de Dios
Noemí era viuda
Job se arruinó
Juan Bautista comía bichos
Pedro negó a Jesús
Los discípulos se quedaron dormidos mientras rezaban
Marta se inquietaba por todo
La samaritana estaba divorciada, y más de una vez
Zaqueo era demasiado bajito
Pablo era demasiado religioso
Timoteo tenía una úlcera
Y…
Lázaro estaba muerto.
¿Qué eres tú peor que todo esto?
¿Alguna otra excusa para no servir a Dios?

Este texto anónimo fue publicado por Fabian, en el blog La beauté du Seigneur.

7 de septiembre de 2009

Sin prejuicios

Nunca un hombre ha respetado a los otros como este hombre.

Para él, el otro es siempre más y mejor que aquello a lo que las ideas recibidas incluso de Sabios y de Doctores de la Ley tienden a reducirle. El ve siempre en aquel o aquella que se encuentra un lugar de esperanza, una promesa viva, un extraordinario posible, un ser llamado –por encima y a pesar de sus límites y a veces sus crímenes- a un futuro todo nuevo. Llega incluso a discernir en ellos y ellas alguna maravilla secreta cuya contemplación le sumerge en la acción de gracias.

El no dice: “Esta mujer es inconstante, ligera, tonta; está marcada por el atavismo moral y religioso de su medio, sólo es una mujer.” El le pide un vaso de agua y da pie a una conversación.

El no dice: “Mira, una pecadora pública, una prostituta que no saldrá nunca de su vicio.” El dice: “Ella tiene más oportunidad para el Reino de Dios que aquellos que están apegados a sus riquezas o se escudan en su virtud y su saber.”

El no dice: “Esta es solo una adúltera.” El dice: “Yo no te condeno. Va y no peques más.”

El no dice: “Esta que intenta tocar mi manto es una histérica.” El la escucha, habla con ella y la cura.

El no dice: “Esta vieja que da sus céntimos para las obras del Templo es una supersticiosa.” El dice que ella es extraordinaria y que haríamos bien en imitar su desinterés.

El no dice: “Estos críos sólo son unos mocosos.” El dice: “Dejadles venir a mí e intentad pareceros a ellos.”

El no dice: “Este individuo es un funcionario prevaricador que se enriquece adulando a los poderosos y sangrando a los pobres.” El se invita a su mesa y asegura que su casa ha recibido la salvación.

El no dice: “Este hombre es un delincuente.” El le dice: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”

El no dice: “Este Judas será siempre un traidor.” El acepta su beso y le llama “amigo mío”.

El no dice: “Este fanfarrón es un renegado”. El le dice: “Pedro, ¿me amas?”.


Este texto de Albert Decourtray (1923-1994) lo publicó Agapenat en su blog Lumières
sur le chemin.

5 de septiembre de 2009

23° domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (7, 31-37)

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Lo que más me llama la atención de este texto es este movimiento que hacen Jesús y el sordomudo: apartarse de la multitud, dejarse tocar por El para “reaprender” a escuchar primero, y a hablar después, y volver luego con los otros.

La verdad es que me encantaría que, si a alguien le apetece, dejara un comentario sobre lo que este texto le sugiere; sería hacer una especie de lectura compartida del evangelio del domingo para profundizar en él los unos con los otros.

2 de septiembre de 2009

Un nuevo blog gay catolico

Bueno, bueno, pues aquí tenéis “un nuevo” que viene a contaminar un poco más la bloguesfera. Creo que hay bastantes indicios para darse cuenta que este es un blog gay católico (¡sí, es posible!). Para más datos sobre este vuestro servidor, os remito a mi perfil.

“El frasco de alabastro”… desde que tuve la primera idea de este blog tuve muy claro el título; la escena evangélica que evoca es una muy sugerente para mí. Jesús está a la mesa, con los Doce y otros amigos. La mujer que entra hace un gesto sorprendente, y enseguida las críticas arrecian; es Jesús quien sale en su defensa (y hermosa defensa, por cierto). Ningún evangelista nos dice qué hizo, dijo o pensó la mujer; personalmente creo que no se esperaba esta polémica, y que incluso estaba más allá de ella. Lo que ella quería, lo que ella podía hacer, era manifestar su amor por Cristo. No a solas y a escondidas, sino delante de y con los otros seguidores de Jesús.

De la misma manera, un gay que se reclama seguidor de Cristo, hijo y miembro de la Iglesia Católica despierta demasiadas polémicas que vienen de muchas partes. Mentiría si dijera que no me molestan, pero lo cierto es que no me quitan ni un ápice de paz. Así que aquí vengo con este frasco de alabastro en las manos, y lo primero que sale al abrirlo es una oración de acción de gracias: “Gracias, Señor, porque nos has creado a todos diferentes, y también iguales ante Ti al ser creados a tu imagen y semejanza; gracias, porque a mí me has querido gay, y Tú me amas así.”