Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

31 de marzo de 2011

Barrières - Barreras

Sábado noche. Edi está con sus amigos en uno de sus bares favoritos. La verdad es que forman un grupo agradable, homosensibles todos ellos, pero tan diferentes los unos de los otros… Mirándoles uno a uno, Edi da gracias a Dios por esta experiencia de amistad que le es dada. No se puede decir que vive un mismo grado de intimidad con todos y cada uno, pero con todos y cada uno hay un verdadero afecto, incluso con Dedé, al que Edi conoce más bien poco.

Dedé es especialista en ponerse a hablar con desconocidos, con su desfachatez habitual, y esa noche no es una excepción. Poco a poco, Edi participa a la conversación con ese hombre que está de pie, junto a la barra del bar; rápidas presentaciones – “Me llamo Edi”, “y yo Arturo”-. Un diálogo realmente agradable, tanto, que Edi no se da cuenta que Dedé les ha dejado solos, y que les mira con una sonrisa desde la mesa donde está el grupo de amigos. Los dos hablan un poco de todo: literatura, política, ecología, el ambiente… Tan a gusto se encuentra en la compañía de Arturo que Edi no se da cuenta que el tiempo pasa. Un vistazo rápido al reloj le devuelve a la realidad:

- ¡Qué tarde es! Lo siento mucho, pero me tengo que ir, mañana me levanto temprano.

- Ah… -Arturo parece decepcionado- ¿Qué tienes que hacer un domingo por la mañana temprano?

Y Edi responde, en su sencilla sinceridad:

- Ir a misa.

La carcajada irónica de Arturo le sorprende, y le desagrada aún más el discurso al que se lanza. En resumen, por el hecho de ser creyente, Edi es un pobre tipo envuelto en las tinieblas de la superstición, y que aún encima es un incoherente, ¿cómo puede venir a tomarse unas copas por la noche y luego ir a misa como si tal cosa? Edi no puede meter una palabra, y Arturo termina su parrafada con un adiós despectivo.

Edi se despide de sus amigos y, el rostro encendido, sale del bar. No ha podido explicar a Arturo que ser creyente no es adherir a un sistema de ritos más o menos supersticiosos, que la vida se unifica y se simplifica en la relación con Dios, y que, además, ser cristiano es seguir los pasos de Aquel a quien acusaban de borracho y glotón, amigo de personas políticamente incorrectas. Edi puede comprender la actitud de Arturo, cerrado en sus representaciones y sin posibilidad de diálogo; esta cerrazón la ha encontrado demasiado a menudo en la Iglesia. Y mientras camina rápido a su casa, Edi pide al Maestro de seguir rompiendo las barreras que separan los hombres entre ellos.




Samedi soir. Edi est avec ses amis dans l’un de leurs bars préférés. C’est vrai qu’ils forment un groupe assez agréable, tous homosensibles, mais tellement différents les uns des autres… En les regardant un par un, Edi remercie Dieu pour l’expérience d’amitié que lui a été donnée. On ne peut pas dire qu’il partage le même degré d’intimité avec tous et chacun, mais avec tous et chacun il y a de la vraie affection ; même avec Dédé, à qui Edi ne connaît pas beaucoup.

Dédé est un sans-gêne, spécialiste en établir une conversation avec des inconnus, et cette soirée n’est pas une exception. Petit à petit Edi participe à la discussion engagé avec cet homme qui est debout à côté du comptoir ; des présentations vite faites –« Je m’appelle Edi », « moi, c’est Arthur »-. Le dialogue est si agréable qu’Edi ne se rend même pas compte que Dédé les a laissés seuls et les regarde avec un sourire dès la table où sont les amis. Les deux, face à face, parlent un peu de tout : littérature, politique, écologie, le milieu gay… Edi est très à l’aise, mais un regard furtif à la montre le fait réagir.

- Tiens, qu’il est tard ! Je suis franchement désolé, mais il faut que j’aille ; demain je vais me lever tôt.

- Ah… ! –Arthur semble déçu- Mais, qu’est-ce que tu as à faire un dimanche matin tôt ?

Et Edi réponds, avec sa simple sincérité :

- Aller à la messe.

Arthur éclate de rire, et ce qui surprend le plus à Edi c’est l’ironie qui remplit ce rire. Mais c’est encore pire le discours auquel Arthur s’élance. En gros, Edi est un pauvre type pour le fait d’être croyant, et catho, qui vit dans les brumes noires de la superstition ; en plus, Edi est un incohérent, parce que comment est-il possible de venir boire à un bar gay et aller le lendemain à l’église comme si de rien n’était ? Edi ne peut pas en placer une devant le torrent de mots d’Arthur, qui finit son discours avec un « au revoir » méprisant.

Edi prend congé de ses amis et sort du bar, le visage tendu. Il n’a pas pu expliquer à Arthur qu’être croyant n’est pas adhérer à un ensemble de rituels plus ou moins superstitieux, que la vie s’unifie et se simplifie dans la relation avec Dieu, et, plus est, être chrétien c’est suivre les pas de Celui qui a été accusé d’être un ivre et un glouton, ami des gens politiquement incorrectes. Edi peut comprendre l’attitude d’Arthur, renfermé dans ses représentations et sans donner une chance au dialogue ; il a déjà un peu trop vu cette fermeture dans l’Église. Pendant qu’il marche d’un pas rapide vers chez lui, Edi demande au Maître de continuer à casser les barrières qui séparent les hommes entre eux.

24 de marzo de 2011

Guerre et paix - Guerra y paz

Edi apaga la tele. Inútil decir que el telediario le ha dejado hecho polvo: la guerra no es nunca una buena noticia. Sus ojos están llenos de escenas de bombardeos, de destrucción, de muertes anónimas. Un sabor de boca amargo que viene directamente de su alma. Edi piensa en el cortejo que acompaña la guerra, y lo sufren siempre los mismos, los de abajo. En un ímpetu de generosidad le gustaría ir allá, poder compartir las penurias de ese pueblo… pero no es posible. Siempre queda la oración, y, aunque no es poco, Edi siente que hay algo más.

Se va al trabajo con el corazón en un puño. Y reza por ese pueblo que sufre desde hace tanto tiempo, reza también, ¿por qué no?, por los soldados. Y casi sin darse cuenta da gracias también por los que trabajan por la paz. ¿Y si está ahí ese “algo más”? Esta tarea no es exclusiva de los diplomáticos, o de gente en el poder; él también, a su pequeña escala, puede trabajar por la paz. Una gota en el océano, cierto, pero una gota de agua puede aliviar una sed. Ser portador de paz, poder romper la dinámica de las rencillas, de las maledicencias, de los odios en su pequeño mundo. Si uno lo mira bien, no es tan sencillo como parece…

Edi está más animado, él vivirá esta actitud como una oración de intercesión, con su confianza puesta en el Padre todomisericordioso.




Edi éteint le poste de télévision. Pas la peine de dire que le journal télévisé a laissé son moral à zéro : la guerre n’est jamais une bonne nouvelle. Ses yeux sont remplis d’images de bombardements, de destruction, de morts anonymes. Un arrière goût amer qui monte directement de son âme. Edi pense au cortège qui accompagne la guerre, qui est toujours subi par les mêmes, ceux d’en bas. Dans un élan de générosité il aimerait y aller, partager les pénuries de ce peuple… mais ce n’est pas possible. Il reste toujours la prière, c’est déjà pas mal ! Mais Edi pressent qu’il y a quelque chose en plus.

Il part au travail avec le cœur tout triste. Il prie pour ce peuple qui souffre depuis si longtemps ; il prie aussi –pour quoi pas ?- pour les soldats. Et presque sans s’en apercevoir il rend grâces pour ceux qui travaillent pour la paix. Et si c’est là cette « quelque chose en plus » ? Cette tâche n’est pas exclusive des diplomates ou de gens puissants ; lui aussi, à sa petite échelle, il peut travailler pour la paix. Une goutte dans la mer, certes, mais une goutte d’eau peut soulager une soif. Être porteur de paix, pouvoir briser la dynamique des animosités, des médisances, des haines dans son petit monde à lui.

Edi se sent plus encouragé, il va vivre cette attitude comme une prière d’intercession, avec toute sa confiance mise dans le Père Tout Miséricordieux.

17 de marzo de 2011

Carême - Cuaresma

Este año la cuaresma ha caído sobre Edi de manera completamente imprevista. La cabeza en las nubes, no se dio cuenta hasta la mañana misma del miércoles de ceniza. Bueno, nunca es tarde para formar buenos propósitos y vivir este tiempo como Dios manda. Así que en su cabeza empezó a planear cosas. Ayunar todos los viernes, por ejemplo… pero claro, ¿será capaz luego de trabajar? Bueno, esforzarse en no comer carne esos días ya no está mal. ¿Y suprimir su café de después de comer? Eso, y él lo sabe bien, le da dolores de cabeza, pero bueno, se trata de mortificar el cuerpo, ¿no? De entrada, un día a la semana nada de tele, ni de ordenador, ni de música en casa…

Y así pasa Edi los primeros días de la cuaresma, tratando de tener buenas ideas y de negociar las mejores penitencias. Hasta que una noche, mientras trataba de dormir, una idea martilla su cabeza. ¿Para qué todo esto? ¿Por qué? ¿Para quién? Edi enciende la luz y se incorpora. Todas esas cosas que había pensado le causaban más ansiedad que paz… Era más una carrera de méritos que muestras de amor… Sí, amor; la cuaresma también es una cuestión de amor. Y no hay nada mejor para el amor que estrechar la relación con aquel a quien se ama. Quizá el reto de esta cuaresma sea vivir más en la intimidad con el Amado y escuchar su Palabra. Quizá todas las pequeñas y grandes privaciones sólo tienen sentido cuando son para hacer crecer y vivir este Amor en su vida de cada día. Quizá la penitencia sea dejarse perdonar esas cosas que ni él mismo se perdona. Quizá sea todo para aprender a mirarse a si mismo, a los otros y al mundo con la mirada de Dios…

Edi se acuesta de nuevo y apaga la luz, apacible, dispuesto a pasar una feliz cuaresma con el Maestro.



Cette année le carême est tombé sur Edi de façon tout à fait imprévue. La tête dans les nuages, il ne s’est rendu compte que le matin du mercredi des cendres. Bon, il n’est jamais trop tard pour faire de bonnes résolutions et vivre ce temps comme il le faut. Dans sa tête donc il commença à planifier son carême ; jeûner tous les vendredis, par exemple… mais, serait-il capable de travailler ensuite ? Bon, faire des efforts pour ne pas manger de la viande c’est déjà pas mal ! Et supprimer son café après le repas ? Cela, il le sait bien, va lui provoquer maux de tête, mais il s’agit de faire pénitence, n’est-ce pas ? D’emblée, un jour toutes les semaines, pas de télévision, pas d’ordinateur, pas de musique à la maison…

Et Edi passe ainsi les premiers jours du Carême, tout en essayant d’avoir de bonnes idées et de marchander les pénitences les meilleures. Jusqu’à ce qu’une nuit, pendant qu’il essayait de dormir, une idée martèle sa tête. A quoi bon tout ça ? Pour quoi ? Pour qui ? Edi allume la lampe de chevet et se redresse dans son lit. Tout ça qu’il a pensé ces jours lui a causé plus d’anxiété que de paix… C’était plus une course aux mérites que signes d’amour… Oui, amour ; le carême est aussi une question d’amour. Rien de mieux pour l’amour que serrer les liens avec celui qu’on aime. Peut-être le défi de ce carême est de vivre plus dans l’intimité avec le Bien-Aimé et écouter sa Parole. Peut-être les petites et grandes privations n’ont de sens que lorsqu’elles sont faites pour faire grandir et vivre l’Amour dans sa vie de tous les jours. Peut-être la pénitence est se laisser pardonner ces choses que lui-même ne se pardonne pas. Peut-être c’est le moment d’apprendre à se regarder, regarder les autres, regarder le monde avec le regard de Dieu…

Edi se recouche et éteint la lumière, paisible, prêt à passer un joyeux carême avec le Maître.

10 de marzo de 2011

J'aurais voulu être... - Ser otro

Velada entre amigos en un bar del centro de la ciudad. Sobre fondo musical de Gloria Gaynor y de Communards, alrededor de unas cervezas, la conversación empieza a versar sobre la pregunta “¿quién te hubiera gustado ser?”

- El Brad Pitt gay de la ciudad –dice Dedé, entre carcajadas.

- Venga, Dedé, dinos seriamente quién te hubiera gustado ser –reconviene Emilio.

- Os lo digo de verdad, me encantaría ser tan admirado como el Pitt ese, siempre guapo y siempre joven, y salir en la “Zero”.

Todos reaccionan a la frase de Dedé, y van diciendo cada uno quién o qué hubieran querido ser. Edi escucha a medias, porque en su interior intenta responder a esa cuestión. Le hubiera gustado haber sido más inteligente, llegar a ser un científico o un filósofo conocido, pero al menos le quedó el gusto por la lectura y una gran curiosidad de aprender. A él le encanta la música, no podría vivir sin ella, pero nunca ha sido capaz de tocar un instrumento o de cantar medianamente bien. Le hubiera gustado haber sido más alto, un poco más guapo… “Sin embargo, en todas esas carencias he terminado por encontrar pistas para crecer; todo lo que tengo y todo lo que me falta hacen de mí lo que soy ahora. Querer cambiar todo eso, sería como decirle al Señor que no ha sabido hacerme, sería echarle en cara su Amor por mí, sería decirle que tal y como soy no merece la pena amarme, ni El, ni nadie…”

- Edi, ¿por qué estás tan callado? Aún no nos has dicho quién hubieras querido ser.

Edi abre la boca, la cierra, dubitativo, y al final responde humildemente:

- Me hubiera gustado ser Edi, simplemente…

Un coro de risas acoge esta respuesta:

- Anda que… ¡Baja, Modesto, que sube esto!

Y entre el barullo de risas y comentarios, la mirada de Edi cruza la de Dedé, que pensativo bebe un sorbo de su cerveza…



Soirée entre copains dans un bar en centre ville. Sur un fond musical de Gloria Gaynor et de Communards, autour de quelques bières, la discussion commença à tourner sur la question « tu auras voulu être qui ? »

- Le Brad Pitt gay de la ville –dit Dédé, en rigolant.

- Allez, Dédé, dis-nous sérieusement qui tu aurais aimé être –lui reproche Émile.

- Mais je vous le dis vraiment ! J’aimerais être si admiré que ce mec là, toujours beau, toujours jeune, et faire la une à « Têtu ».

Tous réagissent à l’affirmation de Dédé, et chacun raconte qui ou quoi ils auraient voulu être. Edi écoute d’une oreille, car dans son intérieur il essaie de répondre. Il aurait aimé être plus intelligent, devenir un scientifique ou un philosophe reconnu, mais il lui reste au moins le goût pour la lecture et une grande curiosité pour apprendre. Il adore la musique, il ne pourrait pas vivre sans elle, mais il n’a jamais été capable de jouer un instrument, ou de chanter de façon acceptable. Il aurait aimé être un peu plus grand, un peu plus beau… « Pourtant, dans toutes ces carences j’ai fini pour trouver des pistes pour grandir ; tout ce que j’ai et tout ce qu’il me manque font de moi ce que je suis maintenant. Vouloir changer tout ça serait comme lui dire au Seigneur qu’Il n’a pas su me façonner, ça serait Lui reprocher son Amour pour moi, ça serait Lui dire que vu comme je suis ce n’est pas la peine de m’aimer, ni Lui, ni personne… »

- Edi, pourquoi tu es si taciturne ? Tu ne nous as pas encore dit ce que tu aurais voulu être.

Edi ouvre la bouche, la ferme, hésitant, et il fini pour répondre, tout humblement :

-J’aurais voulu être Edi, simplement.

Un chœur de rires reçoit cette réponse :

- Dis-donc, que tu es gonflé, toi ! Ça va, les chevilles ?

Entre le brouhaha des commentaires plus ou moins drôles, le regard d’Edi croisse le regard de Dédé, qui boit songeur une gorgée de bière…

3 de marzo de 2011

La beauté - La belleza

Fue en el metro. Edi se sentó, cansado, y apoyó su espalda dolorida contra el respaldo del asiento. Miró al frente, y ahí olvidó su cansancio. Sentado justo frente a él había un hombre, más o menos de su edad, y Edi quedó cautivado por la belleza de su rostro. No era una belleza de estas de modelo o de revista; era más bien una armonía de rasgos y una transparencia de su mirada que dejaba intuir un poco la belleza de su alma. El cabello negro corto, los ojos oscuros y profundos, una boca fina enmarcada por esas arrugas entre las que danza una sonrisa. Edi miraba lo más discretamente posible la belleza del rostro de ese hombre, sin deseo de apropiársela, sin deseo de tocarla, sin deseo siquiera de volverla a ver. A la gratuidad de esa belleza solo se puede responder con la gratuidad de la admiración y también, ¿por qué no?, con una acción de gracias a Dios, fuente de toda belleza.


C’était dans le métro. Edi s’assoit, épuisé da sa journée, le dos naze et endolori. Il regarde devant lui, et là il oublie sa fatigue. Assis en face de lui il y a un homme, du même âge que lui à peu prés, et Edi est saisi par la beauté de son visage. Ce n’est pas une beauté comme on peut voir sur les pages d’un magazine ou sur l’écran d’un cinéma ; c’est plutôt une harmonie de traits et une transparence dans son regard qui laisse entrevoir la beauté de son âme. Les cheveux noirs et courts, les yeux profonds et foncés, une fine bouche encadrée par ces rides parmi lesquelles danse un sourire. Edi regarde le plus discrètement possible la beauté de ce visage sans désir de se l’approprier, sans désir de la toucher, sans désir non plus de la voir une autre fois. A la gratuité de cette beauté on ne peut répondre qu’avec la gratuité de l’admiration et aussi, pourquoi pas ?, avec une action de grâces à Dieu, source de toute beauté.