Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

31 de octubre de 2009

Solemnidad de Todos los santos

Del evangelio según san Mateo (5, 1-12)
Viendo la muchedumbre, Jesús subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.


Cuando hablamos de todos los santos, la primera imagen que nos viene a la cabeza es ésta:


Y esto es cierto, pero no podemos olvidar que también es esta otra:


Quiero decir, que la santidad no está reservada a unos pocos, y que incluso los lgbt estamos invitados a vivirla. El secreto está, quizá, en vivir la actitud que Jesús nos dice en las “bienaventuranzas”, un texto que a veces crecemos conocer tan bien…

30 de octubre de 2009

Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en el que yo no existía, y Tú me creaste.
Yo no había orado, y Tú me hiciste.
Yo no había aún venido a la luz, y Tú me viste.
Yo no había aparecido, y Tú tuviste piedad de mí.
Yo no te había invocado, y Tú cuidaste de mí.
Yo no te había saludado, y Tú me miraste.
Yo no te había suplicado, y Tú me hiciste misericordia.
Yo no había articulado palabra, y Tú me escuchaste.
Yo no había suspirado y Tú inclinaste el oído.

Sabiendo todo lo que me iba a pasar ahora,
Tú no me has desdeñado.
Habiendo considerado con tus ojos previdentes
las faltas del pecador que yo soy,
Tú me formaste.
Y ahora yo, el que Tú creaste,
el que Tú salvaste,
el que ha sido el objeto de tanta solicitud,
¡que la herida del pecado, suscitado por el Acusador,
no me pierda para siempre !

Impedido, paralizado,
curvado como la mujer que sufría (cf Lc 13, 6-17)
mi alma infeliz no puede ponerse derecha.
Ella mira a tierra bajo el peso del pecado,
a causa de las duras ataduras del demonio…
Inclínate hacia mí, Tú, el solo Misericordioso,
inclínate hacia este pobre árbol pensante que ha caído.
Ahora que estoy marchito, hazme florecer
en belleza y esplendor,
según las palabras divinas del santo profeta (cf Ez 17, 22-24)…
Tú, el solo Protector,
dirige tu mirada sobre mí,
que soy fruto de tu Amor indecible,
y de mi nada Tú crearás en mí la luz misma.

Gregorio de Narek, Libro de las oraciones, 18

29 de octubre de 2009

La humildad

Durante mucho tiempo –y todavía, en determinados ambientes- la humildad se ha vivido como una negación de las propias cualidades y un arrogarse todos los defectos. Además de ser una solemne tontería, esta actitud está más en relación con el orgullo: se trata de ser “el más”, y como no se puede ser “el más mejor”, pues venga, se toma el papel de ser “el más peor”.

Hoy en día, quizás, es el otro extremo: uno se considera el mejor, y si los otros no se dan cuenta, es que uno es un incomprendido y el resto del mundo se equivoca. A pesar de todo, si nos preguntan por nuestro carácter, nos resulta más fácil citar cinco defectos que cinco virtudes (te invito a hacer esto, ahora, mientras lees esto…)

Y así tenemos a la pobre humildad arrinconada, sin saber muy bien qué hacer con ella. Tal vez porque no sabemos muy bien de qué se trata. “Humildad es andar en verdad”, decía santa Teresa. No es otra cosa que conocerse a sí mismo, darse cuenta de las propias dificultades y flaquezas, pero también conocer las propias cualidades, para ponernos al servicio de los otros con todo nuestro ser real (y no con lo que nos gustaría ser). No es cuestión de pensarse mejor o peor que los otros, sino de reconocerse criatura de Dios, al igual que el resto de las personas de quienes somos llamados a ser servidores, al ejemplo de Jesús la víspera de su Pasión.

Este camino del conocimiento de sí –de la humildad- es un proceso que va a llevarnos toda la vida; no es algo que vayamos a conseguir mañana a fuerza de puños. Hace falta, eso sí, echarle valor a este autoconocimiento, porque podemos encontrar cosas que no nos van a gustar, o sorprendernos con otras. Por eso es importante ser conscientes de que somos hijos e hijas amados de Dios, y que nada ni nadie podrá separarnos de este Amor que recibimos a cada instante.

27 de octubre de 2009

Transgénero y Pueblo de Dios

El otro día hubo en la televisión (France 4) un documental sobre el cambio de sexo. En él salió Anne-Gaëlle, una amiga de la Comunión Betania; poco después el prior de la Comunión nos dirigió este mensaje, que puedes leer entero y en su versión original francesa en el blog de CB.

Hace unos días oí en Radio Vaticano esta expresión: “teoría del género”. Nuestra Comunión Betania no teoriza, sino que se encuentra con personas, vive con personas. Las personas transgénero no son teorías, son hijas e hijos de nuestro Padre, amados por Jesús, el Cristo, y vivificados por el Espíritu de Dios.

Nuestra Comunión Betania quiere expresarles, más por nuestros actos que por nuestras palabras: “Tú tienes un gran valor a mis ojos. Donde tú estés, yo estoy también”. ¿Acaso no es este el camino mismo de Jesús, el Emanuel, “Dios-con-nosotros”? Nuestro Papa Benedicto XVI ha escrito estos últimos días: “La misión de la Iglesia consiste en contagiar la esperanza a todos los pueblos.” (Jornada Mundial por las Misiones 2009). Entonces, contagiar de esperanza al pueblo de personas transgénero del mundo entero, ¿sí o no? […]

Nuestra Comunión Betania no ha sido llamada para ser “presentable”, sino a esparcir el perfume de Amor del Evangelio, en ella quiero que el excluído venga a ser el elegido.

Que así sea.
Hermano Jean-Michel+, prior de la Comunión Betania

24 de octubre de 2009

30 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 46-52)

Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!” Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadle.” Llaman al ciego, diciéndole: “¡Animo, levántate! Te llama.” Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús dirigiéndose a él, le dijo: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dijo: “¡Rabbuní, que vea!” Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado.” Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.


Me imagino a la perfección el barullo organizado por Bartimeo: él se pone a gritar y los seguidores de Jesús le conminan al silencio: ¿qué es esto de gritarle al Maestro? Ellos son buena gente, estoy convencido, pero como son “bien pensantes” están quizás un poco “cegados”. Todo como hoy en día, cuando otros seguidores del Maestro nos dicen a los lgbt de callarnos, de no gritar, de no reclamarnos de Cristo…

Creo que no sólo Bartimeo recuperó la vista ese día. Creo también que al contacto con el Maestro todos aprenderemos a ver y a mirar y a escuchar.

20 de octubre de 2009

Simplemente humano

En el silencio he descubierto al fin que Tú quieres el amor de mi corazón, ¡oh Dios mío!, el amor de mi corazón tal como es; el amor de un corazón de hombre…
En el silencio comprendí que no necesito ser un ángel para agradarte; que no necesito estar libre de imperfecciones para que escuches mi voz…
Padre, me has enseñado que si yo no fuera un simple ser humano capaz de todas las faltas, capaz también, respecto a Ti, de una afección humana y sujeta al error, entonces yo no sería capaz de ser Tu hijo…
Tu Hijo se ha hecho hombre para que mi corazón pueda amarte de un amor humano, tomado y animado por Tu Santo Espíritu.
Entonces si yo no Te amo con un amor de hombre, y con la simplicidad de un hombre, y con la humildad de coincidir conmigo mismo, no gustaré nunca toda la dulzura de tu ternura paternal y Tu Hijo habrá muerto en vano…


Este texto de Thomas Merton ha sido publicado por Agapenat en su blog.

17 de octubre de 2009

29 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 35-45)
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". Él les respondió: "¿Qué queréis que haga por vosotros?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podréis beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Vosotros beberéis el cáliz que yo beberé y recibiréis el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Vosotros sabéis que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre vosotros no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por la multitud".


Cuando me paro así, delante un pasaje del Evangelio como éste, me encanta ver cómo Jesús cambia la manera de ver las cosas, trastoca nuestra escala de valores y nos enseña a andar de una manera un poco diferente cada día. Aprender a servir, ¡todo un reto!

15 de octubre de 2009

Teresa, la de Jesús

Hoy es la fiesta de santa Teresa de Jesús (1515-1582); me parece que no hace falta presentar a esta gran mujer, ¿no? Aquí traigo este poema suyo. A mi parecer es el mejor desde el punto de vista literario. Y también por otro detalle: incluso siendo uno de sus poemas más místicos, ella lo envió a un laico -su hermano Lorenzo-, un hombre viudo y sin vocación de cura o fraile. Y es que a fin de cuentas todos estamos llamados a vivir en la intimidad con Dios, cada cual desde su cotidianeidad y su modo particular.

¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.

Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

10 de octubre de 2009

28 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 17-30)
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Os aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.”


Que no, que la salvación no es cosa de méritos, ni por ser el más guapo, el más listo, o el más santo según nuestros criterios. Quizás sea cosa, simplemente, de dejar a Dios ser Dios en nuestro día a día. Y vaya, no puedo no pensar que si alguien dice “es difícil para un gay, bi o trans entrar en el Reino de Dios”, el Señor mismo nos da la respuesta: para El todo es posible, y hay mil caminos que llevan a El. Cuestión de encontrar el propio de uno y seguirlo.

8 de octubre de 2009

Salmo 125

Ayer hablé del exilio, y desde entonces tengo este salmo en la cabeza… Es un cántico de acción de gracias cuando el pueblo de Israel volvió de su largo destierro en Babilonia. Confieso que me reconozco en estos versos, y espero que serán un día realidad para todos los que se sienten exiliados a causa de su fe o de su homosensibilidad.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos.”
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambien nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

7 de octubre de 2009

Doble exilio

Creo que esto es una realidad que se puede hacer muy presente en nuestras vidas de homosensibles cristianos. Por un lado, el “exilio” al que nos pueden condenar nuestras respectivas iglesias, con más o menos severidad, en nombre de una moral aséptica y abstracta. Por el otro, el exilio generado por nuestro entorno lgbt: ser creyente en el ambiente homo no está de moda, y ahí arriesgamos tener que soportar ciertas miradas de conmiseración, cuando no claramente el desprecio o la acusación de ser incoherentes.

No somos “políticamente correctos”, ni en un sitio ni en el otro. Esto –sin duda, y hablo por experiencia- es fuente de sufrimiento. Estamos con un pie en cada lado, sin saber muy bien a dónde ir o qué hacer. Corremos el riesgo de asfixiar nuestra vida de fe, o bien de ocultar nuestra afectividad, de hacer como si no existiera. Y esta carga no es fácil de llevar.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. (Mt 11, 28-29)


De entrada, una constatación: en este exilio no estamos solos, y gracias a internet y otros medios de comunicación podemos sabernos acompañados. Segunda constatación: Cristo no nos manda al exilio; al contrario, viene a buscarnos. Nos enseña que cada uno de nosotros es amado con un amor de predilección, y que este exilio puede ser para nosotros fuente de vida, y algo fecundo para los otros. Nos enseña a ser nosotros mismos, siempre y en todo lugar.

... Y sobre la humildad ya hablaré otro día, que la pobre tiene muy mala prensa ;-)

5 de octubre de 2009

Una moral impuesta es inmoral

Monseñor Rouet, arzobispo de Poitiers, acaba de publicar un libro, titulado Me gustaría deciros , en el que toca muchas cuestiones candentes de la Iglesia. No sé si habla de homosensibilidad o no, porque no lo he leído. Pero en una de las (demasiadas) revistas a las que estoy suscrito vienen varios párrafos: aquí transcribo uno del capítulo 4, sobre la moral. Como veréis, el arzobispo no tiene pelos en la lengua y nos devuelve a cada uno nuestra responsabilidad:

Estoy convencido que no se puede presentar la verdad moral, como si esto permitiera a la conciencia esquivar sus responsabilidades. De hecho sería inmoral eliminar la elección y la decisión del acto realizado. Una verdad moral totalitaria es una verdad que se sale de la moral y se transforma en imposición. La moral va más allá de la imposición. Ella está en el terreno de la elección y nos ilumina. Dicho esto, me parece que la oposición fundamental en el Evangelio no se da entre el bien y el mal. Nosotros leemos así las cosas. La oposición en el Evangelio se da entre apertura y cerrazón. Constatamos que personas poco morales siguen a Cristo y que personas muy morales no le siguen; igual que unos muy morales siguen a Cristo y otros inmorales no lo hacen. Dicho de otra manera, no es en términos de bien o mal que se mueve el Evangelio, sino en capacidad de acogida o de cerrazón; porque se puede llevar una vida moral y estar cerrado, lo cual nos muestra que la verdad moral no es la sola verdad a tener en cuenta para una cualidad de vida. Lo que se ha de tener en cuenta es nuestra propia relación a esta verdad. Yo puedo tener hacia la verdad moral una relación de fariseo. Puedo tener una relación de exclusión, de condena; de violencia, de armamento político. Este exceso, este rigor hacen detestables las “ligas de virtud”. En realidad, la primera verdad moral consiste en interrogarme a mí mismo lo que yo hago de la moral. Sino, dejo el terreno de la verdad para entrar en el terreno de las instrucciones, de los horarios de tren, de la sujeción.

3 de octubre de 2009

27 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 2-16)
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés os ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés os dio esta prescripción fue debido a vuestra dureza de corazón. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Os aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.


Curiosamente el texto sobre el matrimonio utilizado como argumento contra el amor homosensible es seguido de esta otra palabra de Jesús: recibir el Reino como un niño; se trata pues de estar abiertos a la novedad, estar dispuestos dejar que nuestros esquemas se desmonten para permitir la entrada del Espíritu en nuestra vida cotidiana…