Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

31 de diciembre de 2009

Nochevieja

Como sabéis, en España hay la costumbre de tomar una uva a cada campanada de la medianoche de hoy. Se supone que esto da buena suerte… De todas formas es una costumbre que me gusta mucho, pero desde que estoy en Francia, apenas lo he hecho. Hoy lo voy a hacer de una manera virtual; aquí van mis doce uvas:

Doce uvas para terminar el año,
doce uvas para empezarlo.
Doce personas en las que pienso,
doce meses para vivirlos:
una uva por mis hermanos
sobre todo los perseguidos,
aquellos a los que llaman
“maricones” o “boyeras”,
o que sufren cosas peores.
Otra uva por los que los insultan,
quizás así se darán cuenta
que todos tenemos igual dignidad.
Otra uva por los que adoran este Dios
que se hace pequeñajo, niño entre los niños;
la cuarta uva por aquellos que
en nombre de este Dios hostigan y condenan.
La quinta uva sabe a primavera,
como aquellos que trabajan por el bien de todos,
que dan de su tiempo y sus energías
para darlas a quienes ya no tienen.
La sexta uva por los que bajan los brazos,
por los que dicen “ya no puedo”.
La séptima por aquellos
que abandonan su país, obligados
por el hambre o la represión;
la octava por quienes los reciben,
brazos y corazón abiertos.
Uva de septiembre, que recuerda la escuela,
niños y adolescentes, sociedad venidera;
décima uva por sus educadores,
ardua labor, trabajo sin fin.
La penúltima uva, en fin,
me recuerda que hombre soy,
unido a todos los hombres de este planeta Tierra.
La duodécima uva con Aquel
que recapitula todo en Sí,
Hombre entre los hombres,
Señor del tiempo, Compañero de ruta.

25 de diciembre de 2009

Navidad

Para san Juan de la Cruz, la encarnación del Hijo de Dios y su nacimiento entre los hombres es una historia de loco amor. Con este romance os deseo a todos que encontréis y repartáis la alegría de Dios. ¡Feliz Navidad!

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos le traía,
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había;
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía;
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.


Volveréis a encontrarme en vuestro ordenador un poco antes de las uvas…

19 de diciembre de 2009

4 domingo de Adviento

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."


Imaginemos la escena: una mujer entrada en años (por no decir vieja), embarazada, y que se pone a gritar cosas raras al ver llegar a su joven prima… Así mirada, la escena parece sacada de una película de Almodóvar. Pero es evangelio puro y duro: Dios ha actuado en la vieja y en la joven; las dos han aprendido a mirar con los ojos de Dios. La vieja adivina la presencia de Dios en la joven y las dos se dejan conducir por El.

14 de diciembre de 2009

San Juan de la Cruz

Reconozco que tengo una debilidad especial por san Juan de la Cruz, cuya fiesta se celebra hoy. Aunque sus escritos puedan parecer un poco áridos a veces, o demasiado místicos, todo nace de su íntima convicción de la dignidad del hombre y de su profunda fe en el Amor de Dios por esta su creatura. Esto le hace gritar, a veces:

¡Oh almas criadas para esas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos!
(Cántico espiritual 39, 7)


Esta exclamación surge con naturalidad de su pluma, después de haber descrito la grandeza de ser hijos de Dios, y la realidad a la que somos llamados. Este grito no ha perdido un ápice de actualidad, ahora que estamos en una sociedad en la que sobre todo prima la imagen y el éxito. Darnos cuenta de nuestra dignidad puede modificar nuestra escala de valores; darnos cuenta de la dignidad del otro puede modificar nuestras relaciones.

12 de diciembre de 2009

3 domingo de Adviento

Del evangelio según san Lucas (3,10-18)

En aquel tiempo la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces qué hacemos?" El contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." Vinieron también a bautizarse unos publícanos y le preguntaron: "¿Maestro, qué hacemos nosotros?" El les contestó: "No exijáis mas de lo establecido." Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?" El les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga." El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con el Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga." Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.


Hace unos años, leyendo este pasaje en grupo, alguien hizo este comentario, mitad en broma, mitad en serio: “Entonces los militares y los financieros pueden salvarse…” Reconozco que me inquietó este querer poner límites a la misericordia de Dios en base a lo que se es. Juan Bautista pone el acento más bien en lo que se hace, o mejor dicho, en lo que no se ha de hacer: mal al otro. Después vino Aquel más grande que Juan, y El nos ha mostrado por palabra y obra como poner esto en práctica, seamos lo que seamos: militares, financieros… o gays.

5 de diciembre de 2009

2 domingo de Adviento

Del evangelio según san Lucas (3, 1-6)

En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: “Voz del que clama en el desierto; preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios.”

Si es que está claro: Dios no habla en el vacío, sino que se dirige al hombre –a cada ser humano- en, y a partir de- su historia. Nuestra homosexualidad no es algo vergonzoso, ni algo que nos hace más o menos impuros, sino que es un elemento de nosotros mismos donde podemos escuchar la voz del Señor, desde donde podemos proclamarla. Dios nos llama en nuestra historia, en nuestro mundo, aquí y ahora, para preparar sus caminos.

30 de noviembre de 2009

Todos los dias son el 1 de diciembre

Jesús se paseaba una tarde con sus discípulos cuando pasaron cerca de un local; junto a la puerta, un cartel que decía “Centro de acogida de seropositivos”. Al ver esto, uno de los Doce dice a Jesús: “Maestro, si estos están enfermos, ¿es porque ellos han pecado o porque han pecado sus padres?” Jesús le mira y le responde: “Ni ellos ni sus padres; pero en ellos ha de manifestarse la acción de Dios”. Los discípulos quedan en silencio, esperando que Jesús haga un milagro. Después de un buen rato de este silencio expectante, Jesús toma la palabra y dice a todos: “¿Qué esperáis? Sois vosotros quienes lleváis la acción de Dios. Vuestras manos son ahora mis manos: id a ellos y llevadles la esperanza. No os limitéis a los enfermos, id también hacia aquellos que pueden a su vez ser infectados. No les juzguéis, hablad lo justo, pero que vuestra mirada y vuestra acogida sean testimonio del amor incondicional del Padre: realizad así la acción de Aquel que me envió, y en cuyo Nombre yo os envío”.

(Adaptación libre (?) de Jn 9, 1-4)

28 de noviembre de 2009

1 domingo del Adviento

Del evangelio según san Lucas (21, 25-28.34-36)
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»

Es cierto que a menudo las pequeñas –o grandes- preocupaciones cotidianas me hacen perder de vista la mirada de Dios; recibo este texto como una invitación a poner cada cosa en su sitio, no dejarme agobiar para vivir más conscientemente la alegría de la libertad de los hijos de Dios. ¡Os deseo un buen Adviento!

***************

En el momento en que estas líneas serán publicadas, vuestro servidor estará en París, en el retiro de invierno de la Comunión Betania. Os pido un favor: que nos tengáis presentes en vuestra oración de manera especial este fin de semana. ¡Muchas gracias!

24 de noviembre de 2009

El muro


Este mes hemos celebrado con gran fasto el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, el famoso “Telón de Acero”. Por desgracia, aún quedan muchos muros que caer en nuestro mundo. Pero como no soy un analista político-social, no voy a hablar de ellos. Prefiero hablar de esos otros muros, insidiosos, que podemos llevar en cada uno de nosotros; estos muros que nos parten por la mitad.

De una parte, nuestra fe cristiana o, al menos, una inquietud espiritual; del otro, nuestra tendencia homoafectiva. Hay mil voces que pretenden convencernos que tiene que ser así, que hay que hacer una neta frontera entre estas dos realidades y elegir entre una u otra. Evidentemente, todo intento de cruzar este muro está prohibido, y se hace a costa de un gran precio de energía, de ánimos, de dolor. Y prefiero no hablar ahora de los que afirman que la homosensibilidad es una enfermedad que se puede curar…

Dios no nos llama desde fuera del mundo, nos habla aquí y ahora, con todo lo que somos, con todo lo que tenemos. No nos pide una amputación de nuestro ser, sino que quiere llenar de su luz cada aspecto de nosotros; es así que con El y por El lograremos demoler este muro interior y unificar nuestro ser, para caminar hacia plenitud en “alabanza de Su Gloria”.

22 de noviembre de 2009

Solemnidad de Cristo Rey

Del evangelio según san Juan (18, 33b-37)
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el Rey de los judíos?" Respondió Jesús: "¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?" Pilato respondió: "¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?" Respondió Jesús: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí."
Entonces Pilato le dijo: "Luego tú eres Rey?" Respondió Jesús: "Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."


Hay tantas cosas que me evocan esta fiesta y este evangelio, qué no sé ni cuál resaltar… Quizá ver cómo la mirada de Dios es diferente de la nuestra: en el momento en el que es juzgado, Jesús afirma que es Rey. Si viéramos la vida con los ojos de Dios veríamos cómo todos los despreciados –lgbt incluidos- participamos de esta dignidad real de Cristo, a la que ya estamos asociados desde nuestro bautismo…

17 de noviembre de 2009

En ti y por ti

Dios no se limita a actuar en ti, sino también por ti. Es El quien te da una manera de hacer que sobrepasa grandemente tus posibilidades normales…

Si pecamos de falta de confianza en nosotros mismos es, quizá, que en el fondo no creemos de verdad que Dios quiere actuar, dar, amar… a través de nosotros. Nos creemos instrumentos inutilizables. Así somos confrontados a nuestras propias fuerzas, superficiales y limitadas, o más bien confrontados a nuestra debilidad. Y así nos privamos de nuestra verdadera fuerza, la que se encuentra en nuestro centro, allí donde habita Dios, este Dios que es más “yo” que lo que hemos considerado hasta ahora como nuestro verdadero “yo”, este Dios que no cesa de decir: todo lo mío es tuyo (Lc 15, 31).

Todo esto es cierto si creemos verdaderamente que somos inutilizables, que no tenemos ningún papel a desempeñar, no dejamos a Dios valerse de nosotros. Un sentimiento de inferioridad no es peligroso en sí; puede ser el resultado de varios factores diferentes (nuestro pasado, las variaciones de nuestra psique, la influencia de los otros) y es quizá la cruz que tenemos que llevar. Pero al mismo tiempo podemos profundizar constantemente nuestra fe y esperar en la confianza que lo poco que hacemos tenga su plaza, una plaza única, en el reino de Dios. Y así, día a día, con coraje, alcanzamos a realizar la tarea específica que nos ha sido dada, a pesar de los sentimientos opuestos que podamos tener. Ahí llegaremos, no para complacernos en nuestra propia excelencia, sino para amar todo y todo viviente.

¡No hay que tener miedo del propio miedo! A medida que nos hacemos conscientes de nuestro miedo, aprendemos también cuales son nuestras posibilidades. Bastará romper nuestro aislamiento y restablecer el contacto con Dios

Wilfrid Stinissen, L’éternité au cœur du temps


Texto francés publicado por Agapenat

14 de noviembre de 2009

33 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (13, 24-32)
Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.


Siempre tuve problemas con este texto y similares… Hoy, sin embargo, hay un pequeño detalle que me llama la atención, y es la “parábola de la higuera”. Creo que en nuestro vivir cotidiano podemos percibir signos de cómo El está cerca, “a nuestra puerta”; aunque no es fácil percibirlos, se trata de recibir al Amor que viene, aún a riesgo de ver toda nuestra vida y nuestras seguridades bien transformadas.

11 de noviembre de 2009

Todo acabará bien

Esta mujer que ahora conocemos como Juliana nació en Norwich en 1342, en una época bien convulsa: la Guerra de Cien Años acababa de empezar; la Peste Negra iba a comenzar su mortal paseo por Europa; los papas residían en Aviñón, lo que iba a provocar el Cisma de Occidente (1378-1417)… Podemos sumar a todo esto las revueltas sociales, las hambrunas, las catástrofes naturales. Todo un mundo en conmoción.

No sabemos nada de la vida de Juliana hasta 1373: el 13 de mayo de ese año ella tuvo una fuerte experiencia de Dios durante una enfermedad: fueron 16 visiones o revelaciones, en relación básicamente con la Pasión de Cristo. Después ella va a vivir como “reclusa” en una ermita pegada a la iglesia de San Julián, en su ciudad natal (de ahí el nombre con el que ella ha pasado a la posteridad). Redacta una primera versión de su experiencia, “El libro de las revelaciones del Amor de Dios”. Veinte años después, ella vuelve sobre su texto, ampliándolo; porque ha podido profundizar sobre todo lo aprendido. Su mirada, tocada por este Amor, se hace claramente optimista y luminoso, mensaje de alegría y esperanza del cual su mundo tenía necesidad. Como el nuestro.


Nuestro amable Señor ha dicho: “Todo acabará bien”; en otro momento El dijo: “Tú verás por ti misma que todo acabará bien”. El alma obtiene aquí dos enseñanzas diferentes. Una es ésta: El quiere que nosotros sepamos que presta atención no sólo a las cosas grandes y nobles, sino también a todas aquellas que son pequeñas y humildes, a los hombres simples y humildes. Y esto es lo que quiere decir con estas palabras: “Toda cosa, sea cual sea, acabará bien”. Pues quiere que sepamos que ni la cosa más pequeña será olvidada.

Otro sentido es el siguiente: que hay muchas acciones que están mal hechas a nuestros ojos y llevan a males tan grandes que nos parece imposible que alguna vez pueda salir algo bueno de ellas. Y las contemplamos y nos entristecemos y lamentamos por ellas, de manera que no podemos descansar en la santa contemplación de Dios, como debemos hacer. Y la causa es ésta: que la razón que ahora utilizamos es tan ciega, tan abyecta y estúpida, que no puede reconocer la elevada y maravillosa sabiduría de Dios, ni el poder y la bondad de la santísima Trinidad. Y ésta es su intención cuando dice: “Y tú verás por ti misma que todo acabará bien”, como diciendo: “Acéptalo ahora en fe y confianza, y al final lo verás realmente en la plenitud de la alegría. […] Yo puedo transformar todo en bien…”

Libro de las revelaciones, capitulo 32

7 de noviembre de 2009

32 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (12, 38-44)
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia mas rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acerco una viuda pobre y echo dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:
«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas mas que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»


Invitación no sólo a la generosidad, sino también a la simplicidad y a la verdad. Sólo podemos dar (y darnos) desde la verdad de nosotros mismos, desde nuestra gran o pequeña riqueza. Ninguna critica podrá desestabilizarnos si nuestras acciones son el reflejo de la profunda verdad de nosotros mismos…

6 de noviembre de 2009

Una oración de J. Calvino

Dios mío, mi Padre y Salvador,
ya que has querido conservarme por tu gracia
durante la noche que acaba de terminar
hasta este día que comienza,
haz que en él yo esté
todo entero a Tu servicio.
Y que yo no piense,
no diga y no haga nada
que no sea para agradarte
y obedecer a Tu santa voluntad,
para que todas mis acciones sean
para la gloria de Tu Nombre
y la salvación de mis hermanos.
Y, de la misma manera que en esta vida terrestre
Tú haces brillar el sol sobre el mundo,
ilumina mi inteligencia con la claridad de Tu Espíritu,
para que El me guíe en el camino de la justicia […]
Haz también, Señor,
que mientras trabajo por mi cuerpo y por la vida presente,
eleve mi alma más alto,
hasta esta vida celeste y bienaventurada
que tu reservas a Tus hijos.

4 de noviembre de 2009

Alianza


Dijo Dios a Noé: “Esta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña: pongo mi arco en las nubes y servirá de señal de alianza entre yo y la tierra. Cuando yo anuble de nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes y yo me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros”
(Gn 9, 12-15a)


Este arco en las nubes no es otro que el arco iris; el símbolo utilizado para marcar la primera Alianza entre el Creador y el hombre es el mismo que hoy en día se utiliza para el colectivo lgbt. Reconozco que me gusta esta relación: la Alianza que Dios propone no nos excluye.

No voy a entrar aquí en temas exegéticos sobre el libro del Génesis, ni voy a sacar conclusiones teológicas sobre esta “coincidencia” de símbolos. A fin de cuentas, todas las alianzas del Antiguo Testamento han sido llevadas a plenitud por la nueva Alianza realizada por el Hijo de Dios hecho uno de nosotros, Jesús, cuando después de cenar cogió una copa de vino y dijo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por todos vosotros”.

Esta Alianza es renovada cada día; cada día el Señor nos propone a todos y cada uno vivir esta su Alianza de amor, que no rechaza a nadie, que no se impone, sino que se invita en nuestras vidas para darnos la libertad de los hijos de Dios uniéndonos los unos a los otros.

31 de octubre de 2009

Solemnidad de Todos los santos

Del evangelio según san Mateo (5, 1-12)
Viendo la muchedumbre, Jesús subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.


Cuando hablamos de todos los santos, la primera imagen que nos viene a la cabeza es ésta:


Y esto es cierto, pero no podemos olvidar que también es esta otra:


Quiero decir, que la santidad no está reservada a unos pocos, y que incluso los lgbt estamos invitados a vivirla. El secreto está, quizá, en vivir la actitud que Jesús nos dice en las “bienaventuranzas”, un texto que a veces crecemos conocer tan bien…

30 de octubre de 2009

Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en el que yo no existía, y Tú me creaste.
Yo no había orado, y Tú me hiciste.
Yo no había aún venido a la luz, y Tú me viste.
Yo no había aparecido, y Tú tuviste piedad de mí.
Yo no te había invocado, y Tú cuidaste de mí.
Yo no te había saludado, y Tú me miraste.
Yo no te había suplicado, y Tú me hiciste misericordia.
Yo no había articulado palabra, y Tú me escuchaste.
Yo no había suspirado y Tú inclinaste el oído.

Sabiendo todo lo que me iba a pasar ahora,
Tú no me has desdeñado.
Habiendo considerado con tus ojos previdentes
las faltas del pecador que yo soy,
Tú me formaste.
Y ahora yo, el que Tú creaste,
el que Tú salvaste,
el que ha sido el objeto de tanta solicitud,
¡que la herida del pecado, suscitado por el Acusador,
no me pierda para siempre !

Impedido, paralizado,
curvado como la mujer que sufría (cf Lc 13, 6-17)
mi alma infeliz no puede ponerse derecha.
Ella mira a tierra bajo el peso del pecado,
a causa de las duras ataduras del demonio…
Inclínate hacia mí, Tú, el solo Misericordioso,
inclínate hacia este pobre árbol pensante que ha caído.
Ahora que estoy marchito, hazme florecer
en belleza y esplendor,
según las palabras divinas del santo profeta (cf Ez 17, 22-24)…
Tú, el solo Protector,
dirige tu mirada sobre mí,
que soy fruto de tu Amor indecible,
y de mi nada Tú crearás en mí la luz misma.

Gregorio de Narek, Libro de las oraciones, 18

29 de octubre de 2009

La humildad

Durante mucho tiempo –y todavía, en determinados ambientes- la humildad se ha vivido como una negación de las propias cualidades y un arrogarse todos los defectos. Además de ser una solemne tontería, esta actitud está más en relación con el orgullo: se trata de ser “el más”, y como no se puede ser “el más mejor”, pues venga, se toma el papel de ser “el más peor”.

Hoy en día, quizás, es el otro extremo: uno se considera el mejor, y si los otros no se dan cuenta, es que uno es un incomprendido y el resto del mundo se equivoca. A pesar de todo, si nos preguntan por nuestro carácter, nos resulta más fácil citar cinco defectos que cinco virtudes (te invito a hacer esto, ahora, mientras lees esto…)

Y así tenemos a la pobre humildad arrinconada, sin saber muy bien qué hacer con ella. Tal vez porque no sabemos muy bien de qué se trata. “Humildad es andar en verdad”, decía santa Teresa. No es otra cosa que conocerse a sí mismo, darse cuenta de las propias dificultades y flaquezas, pero también conocer las propias cualidades, para ponernos al servicio de los otros con todo nuestro ser real (y no con lo que nos gustaría ser). No es cuestión de pensarse mejor o peor que los otros, sino de reconocerse criatura de Dios, al igual que el resto de las personas de quienes somos llamados a ser servidores, al ejemplo de Jesús la víspera de su Pasión.

Este camino del conocimiento de sí –de la humildad- es un proceso que va a llevarnos toda la vida; no es algo que vayamos a conseguir mañana a fuerza de puños. Hace falta, eso sí, echarle valor a este autoconocimiento, porque podemos encontrar cosas que no nos van a gustar, o sorprendernos con otras. Por eso es importante ser conscientes de que somos hijos e hijas amados de Dios, y que nada ni nadie podrá separarnos de este Amor que recibimos a cada instante.

27 de octubre de 2009

Transgénero y Pueblo de Dios

El otro día hubo en la televisión (France 4) un documental sobre el cambio de sexo. En él salió Anne-Gaëlle, una amiga de la Comunión Betania; poco después el prior de la Comunión nos dirigió este mensaje, que puedes leer entero y en su versión original francesa en el blog de CB.

Hace unos días oí en Radio Vaticano esta expresión: “teoría del género”. Nuestra Comunión Betania no teoriza, sino que se encuentra con personas, vive con personas. Las personas transgénero no son teorías, son hijas e hijos de nuestro Padre, amados por Jesús, el Cristo, y vivificados por el Espíritu de Dios.

Nuestra Comunión Betania quiere expresarles, más por nuestros actos que por nuestras palabras: “Tú tienes un gran valor a mis ojos. Donde tú estés, yo estoy también”. ¿Acaso no es este el camino mismo de Jesús, el Emanuel, “Dios-con-nosotros”? Nuestro Papa Benedicto XVI ha escrito estos últimos días: “La misión de la Iglesia consiste en contagiar la esperanza a todos los pueblos.” (Jornada Mundial por las Misiones 2009). Entonces, contagiar de esperanza al pueblo de personas transgénero del mundo entero, ¿sí o no? […]

Nuestra Comunión Betania no ha sido llamada para ser “presentable”, sino a esparcir el perfume de Amor del Evangelio, en ella quiero que el excluído venga a ser el elegido.

Que así sea.
Hermano Jean-Michel+, prior de la Comunión Betania

24 de octubre de 2009

30 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 46-52)

Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!” Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadle.” Llaman al ciego, diciéndole: “¡Animo, levántate! Te llama.” Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús dirigiéndose a él, le dijo: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego le dijo: “¡Rabbuní, que vea!” Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado.” Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.


Me imagino a la perfección el barullo organizado por Bartimeo: él se pone a gritar y los seguidores de Jesús le conminan al silencio: ¿qué es esto de gritarle al Maestro? Ellos son buena gente, estoy convencido, pero como son “bien pensantes” están quizás un poco “cegados”. Todo como hoy en día, cuando otros seguidores del Maestro nos dicen a los lgbt de callarnos, de no gritar, de no reclamarnos de Cristo…

Creo que no sólo Bartimeo recuperó la vista ese día. Creo también que al contacto con el Maestro todos aprenderemos a ver y a mirar y a escuchar.

20 de octubre de 2009

Simplemente humano

En el silencio he descubierto al fin que Tú quieres el amor de mi corazón, ¡oh Dios mío!, el amor de mi corazón tal como es; el amor de un corazón de hombre…
En el silencio comprendí que no necesito ser un ángel para agradarte; que no necesito estar libre de imperfecciones para que escuches mi voz…
Padre, me has enseñado que si yo no fuera un simple ser humano capaz de todas las faltas, capaz también, respecto a Ti, de una afección humana y sujeta al error, entonces yo no sería capaz de ser Tu hijo…
Tu Hijo se ha hecho hombre para que mi corazón pueda amarte de un amor humano, tomado y animado por Tu Santo Espíritu.
Entonces si yo no Te amo con un amor de hombre, y con la simplicidad de un hombre, y con la humildad de coincidir conmigo mismo, no gustaré nunca toda la dulzura de tu ternura paternal y Tu Hijo habrá muerto en vano…


Este texto de Thomas Merton ha sido publicado por Agapenat en su blog.

17 de octubre de 2009

29 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 35-45)
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". Él les respondió: "¿Qué queréis que haga por vosotros?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podréis beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Vosotros beberéis el cáliz que yo beberé y recibiréis el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Vosotros sabéis que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre vosotros no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por la multitud".


Cuando me paro así, delante un pasaje del Evangelio como éste, me encanta ver cómo Jesús cambia la manera de ver las cosas, trastoca nuestra escala de valores y nos enseña a andar de una manera un poco diferente cada día. Aprender a servir, ¡todo un reto!

15 de octubre de 2009

Teresa, la de Jesús

Hoy es la fiesta de santa Teresa de Jesús (1515-1582); me parece que no hace falta presentar a esta gran mujer, ¿no? Aquí traigo este poema suyo. A mi parecer es el mejor desde el punto de vista literario. Y también por otro detalle: incluso siendo uno de sus poemas más místicos, ella lo envió a un laico -su hermano Lorenzo-, un hombre viudo y sin vocación de cura o fraile. Y es que a fin de cuentas todos estamos llamados a vivir en la intimidad con Dios, cada cual desde su cotidianeidad y su modo particular.

¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.

Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

10 de octubre de 2009

28 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 17-30)
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Os aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.”


Que no, que la salvación no es cosa de méritos, ni por ser el más guapo, el más listo, o el más santo según nuestros criterios. Quizás sea cosa, simplemente, de dejar a Dios ser Dios en nuestro día a día. Y vaya, no puedo no pensar que si alguien dice “es difícil para un gay, bi o trans entrar en el Reino de Dios”, el Señor mismo nos da la respuesta: para El todo es posible, y hay mil caminos que llevan a El. Cuestión de encontrar el propio de uno y seguirlo.

8 de octubre de 2009

Salmo 125

Ayer hablé del exilio, y desde entonces tengo este salmo en la cabeza… Es un cántico de acción de gracias cuando el pueblo de Israel volvió de su largo destierro en Babilonia. Confieso que me reconozco en estos versos, y espero que serán un día realidad para todos los que se sienten exiliados a causa de su fe o de su homosensibilidad.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos.”
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambien nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

7 de octubre de 2009

Doble exilio

Creo que esto es una realidad que se puede hacer muy presente en nuestras vidas de homosensibles cristianos. Por un lado, el “exilio” al que nos pueden condenar nuestras respectivas iglesias, con más o menos severidad, en nombre de una moral aséptica y abstracta. Por el otro, el exilio generado por nuestro entorno lgbt: ser creyente en el ambiente homo no está de moda, y ahí arriesgamos tener que soportar ciertas miradas de conmiseración, cuando no claramente el desprecio o la acusación de ser incoherentes.

No somos “políticamente correctos”, ni en un sitio ni en el otro. Esto –sin duda, y hablo por experiencia- es fuente de sufrimiento. Estamos con un pie en cada lado, sin saber muy bien a dónde ir o qué hacer. Corremos el riesgo de asfixiar nuestra vida de fe, o bien de ocultar nuestra afectividad, de hacer como si no existiera. Y esta carga no es fácil de llevar.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. (Mt 11, 28-29)


De entrada, una constatación: en este exilio no estamos solos, y gracias a internet y otros medios de comunicación podemos sabernos acompañados. Segunda constatación: Cristo no nos manda al exilio; al contrario, viene a buscarnos. Nos enseña que cada uno de nosotros es amado con un amor de predilección, y que este exilio puede ser para nosotros fuente de vida, y algo fecundo para los otros. Nos enseña a ser nosotros mismos, siempre y en todo lugar.

... Y sobre la humildad ya hablaré otro día, que la pobre tiene muy mala prensa ;-)

5 de octubre de 2009

Una moral impuesta es inmoral

Monseñor Rouet, arzobispo de Poitiers, acaba de publicar un libro, titulado Me gustaría deciros , en el que toca muchas cuestiones candentes de la Iglesia. No sé si habla de homosensibilidad o no, porque no lo he leído. Pero en una de las (demasiadas) revistas a las que estoy suscrito vienen varios párrafos: aquí transcribo uno del capítulo 4, sobre la moral. Como veréis, el arzobispo no tiene pelos en la lengua y nos devuelve a cada uno nuestra responsabilidad:

Estoy convencido que no se puede presentar la verdad moral, como si esto permitiera a la conciencia esquivar sus responsabilidades. De hecho sería inmoral eliminar la elección y la decisión del acto realizado. Una verdad moral totalitaria es una verdad que se sale de la moral y se transforma en imposición. La moral va más allá de la imposición. Ella está en el terreno de la elección y nos ilumina. Dicho esto, me parece que la oposición fundamental en el Evangelio no se da entre el bien y el mal. Nosotros leemos así las cosas. La oposición en el Evangelio se da entre apertura y cerrazón. Constatamos que personas poco morales siguen a Cristo y que personas muy morales no le siguen; igual que unos muy morales siguen a Cristo y otros inmorales no lo hacen. Dicho de otra manera, no es en términos de bien o mal que se mueve el Evangelio, sino en capacidad de acogida o de cerrazón; porque se puede llevar una vida moral y estar cerrado, lo cual nos muestra que la verdad moral no es la sola verdad a tener en cuenta para una cualidad de vida. Lo que se ha de tener en cuenta es nuestra propia relación a esta verdad. Yo puedo tener hacia la verdad moral una relación de fariseo. Puedo tener una relación de exclusión, de condena; de violencia, de armamento político. Este exceso, este rigor hacen detestables las “ligas de virtud”. En realidad, la primera verdad moral consiste en interrogarme a mí mismo lo que yo hago de la moral. Sino, dejo el terreno de la verdad para entrar en el terreno de las instrucciones, de los horarios de tren, de la sujeción.

3 de octubre de 2009

27 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (10, 2-16)
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés os ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés os dio esta prescripción fue debido a vuestra dureza de corazón. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Os aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.


Curiosamente el texto sobre el matrimonio utilizado como argumento contra el amor homosensible es seguido de esta otra palabra de Jesús: recibir el Reino como un niño; se trata pues de estar abiertos a la novedad, estar dispuestos dejar que nuestros esquemas se desmonten para permitir la entrada del Espíritu en nuestra vida cotidiana…

30 de septiembre de 2009

Tristeza


Hay veces que uno mira los telediarios, o simplemente en torno a sí, y se desanima al ver hasta dónde puede llegar la tontería de esta humanidad a la que pertenecemos. Hay veces que uno lee noticias como ésta, ésta, o esta otra (lo concedo, la última no es en sí muy grave, incluso sería muy graciosa de no ser verdad, pero es que a Dios nos lo meten en cada fregado…) Bueno, lo que decía, que con noticias como ésta la desesperanza puede hacernos su presa.

Hay otras veces que el abatimiento viene sobre uno y se hace sentir con todo su peso, así, porque sí; hay veces que uno se mira adentro y sólo encuentra motivos de desaliento; hay veces que uno se siente como una cucarachita, en lo hondo de lo más hondo de lo hondo…

Es quizá en esos momentos –cuando nos sentimos solos, cuando nos sentimos unidos a otros- que podemos intuir el excesivo gran Amor de Aquel de quien procede el perdón y la redención…

Desde lo hondo a Ti grito, Señor,
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de Ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra.
Mi alma aguarda al Señor
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
(Salmo 129)


Os propongo orar este salmo, en unión con todos nuestros hermanos lgbt perseguidos… También por quienes les hacen sufrir.

26 de septiembre de 2009

26 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (9, 38-45.47-48)

Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No se lo impidáis, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Os aseguro que no quedará sin recompensa el que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que vosotros pertenecéis a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.”


¡Ay, cómo nos gusta apropiarnos de algo o alguien para enfrentarnos con los “otros”! ¿Acaso esta actitud de Juan no está siempre de actualidad? Gracias a Dios –y nunca mejor dicho- ahí está El para enseñarnos como vivir.

25 de septiembre de 2009

Biblia y homosexualidad

Como complemento al artículo de ayer, aquí os traigo este texto del Rvdo. Matthew Fox, publicado en “A word about Religion & gay marriage from a theologian”. Aunque su punto de vista está centrado sobre el matrimonio, dice mucho sobre las relaciones amorosas homosexuales en sí; y a pesar que yo no comparto al cien por cien algunas de sus afirmaciones (estoy hasta el gorro de que sean los animales los que justifiquen mi forma de amar) me ha parecido interesante traducirlo y compartirlo con vosotros:

Como siempre en la vida hay que utilizar la cabeza que Dios nos ha dado, porque nos puede ayudar a discernir la importancia relativa de las cosas, sobre todo la de los textos bíblicos: qué importancia dar a cada una de las diversas prescripciones de la Biblia sobre el matrimonio homosexual. Estos son, a mi parecer, los tres textos más importantes:

El primero es « Dios es amor ». Afirmación increíble, y a pesar de tantos siglos, siempre nueva. Dios es amor: cuando damos amor, cuando recibimos amor, ahí está Dios. El amor es lo mejor del ser humano que somos. Dios se hace presente cuando damos y recibimos amor, en los buenos días y en los malos, en la salud y en la enfermedad.
Mi edición de la Biblia no dice “Dios es amor heterosexual”, sino que simplemente dice “Dios es amor”. El matrimonio se supone fundamentado sobre el amor, y lo hace crecer, lo alimenta, lo celebra. Este es un buen argumento a favor del matrimonio homosexual. El matrimonio celebra y protege el amor. Todos los amores.

La segunda enseñanza bíblica a favor del matrimonio gay es la palabra de Jesús cuando dice “buscad primero la justicia”, sostener los anawim, los pobres, los que no tienen voz, los excluídos, los oprimidos. Está claro que los homosexuales han estado oprimidos. Algunos han sido encarcelados, encerrados en psiquiátricos, golpeados, asesinados. Una gran parte han tenido que esconderse y mentir sobre su vida. La enseñanza de Jesús de permanecer al lado de los oprimidos se aplica perfectamente a las minorías sexuales, como a toda minoría.

La retórica religiosa contra el amor gay se apoya siempre sobre el argumento “no es natural”, “es algo contra natura”. Pero la ciencia, que tiene precisamente la misión de explorar la naturaleza, nos descubre justo lo contrario. Así pues los científicos descubren parejas homosexuales en al menos 464 especies, desde los delfines hasta ciertas aves, pasando por los perros y las focas. La homosexualidad es pues natural… en ciertas minorías. Dios es el autor de la infinita diversidad de la naturaleza, diversidad sexual incluida. Dios es el autor, ¡sí!; del amor gay, como lo es de todo amor.

Alegrémonos de comprender hoy de una manera renovada y asombrosa las antiguas afirmaciones de la fe: Dios es amor, buscad primero la justicia y la naturaleza es la obra de Dios.


Esta es una traducción del articulo publicado por Parpaillot en su blog.

24 de septiembre de 2009

Lo que la Biblia dice realmente sobre la homosexualidad


Estos días he aprovechado para releer este libro del profesor D. Helminiak, doctor en Teología y Psicología. En un estilo bastante sencillo consigue explicar un tema bastante complicado. El autor hace un repaso a esos textos bíblicos que son lanzados contra nosotros, los homosensibles, partiendo del relato de Sodoma hasta llegar a los textos paulinos, pasando por el libro del Levítico. Su análisis de Rm 1, 18-32 es muy acertado, poniendo de relieve la gran novedad del cristianismo en relación al judaísmo (y a las religiones paganas del momento): si antes era la pureza ritual lo que importaba, con Cristo es la pureza del corazón la que hay que buscar.

Esto es una buena señal de alerta, porque siempre está presente la tentación de buscar refugio y seguridad en ciertas normas de “pureza ritual” o, incluso, de “pureza social”. ¿Nos atreveremos nosotros a vivir la libertad de los hijos de Dios?

Creo que la lectura de este libro es interesante, para todos los sexos y tendencias afectivas; descubrir la Palabra de Dios es descubrir cosas sobre Dios mismo y lo que El creó a su imagen y semejanza, es decir, el ser humano.

21 de septiembre de 2009

Amar

Poco a poco –o de golpe, que en estas cosas nunca se sabe- el Amor de Dios nos hace salir de nuestro solipsismo. Si El me ama de esta manera, también estos que me rodean son amados y amadas por El. Es el momento de la respuesta, y… nunca estamos forzados a ello. Somos libres para responder o no, de la misma manera que somos libres para aceptar el amor de Dios, o no hacerlo.

El amor hacia los otros no tiene mucho que ver con los sentimientos, ni con las emociones: es completamente posible amar a alguien que nos cae fatal. Y, por supuesto, ¡nada que ver con el sentimentalismo, el dolorismo y otros “ismos” similares! Este amor es cuestión de voluntad, más bien. Darse cuenta que el que está enfrente de mí tiene tanto derecho como yo al amor de Dios (recordemos que es incondicional), y que aunque no le soporte, tiene también sus zonas de luz (igualito que yo, vaya). Así pues, buscaré su bien, porque de eso se trata.

Cada uno encontrará después su manera propia y particular de hacer real de este amor: y aquí ya nos metemos en otro tema, el de los carismas y vocaciones personales. Eso si, sin olvidar que el que no ama a los de aquí, malamente puede amar a los de allá.

Queridos, amémonos los unos a los otros, porque el amor nos viene de Dios. Todos aquellos que aman son hijos de Dios, y conocen a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
(1Jn 4, 7-8)

19 de septiembre de 2009

25 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (9, 30-37)
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablabais en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".


Bueno, esto me hace pensar en la historia del padre que aún no se ha muerto y los hijos que se reparten la herencia… Menos mal que Jesús mismo nos da una clave de comprensión: no es cuestión de ser mejor o peor, se trata de ver a los otros como dignos de ser servidos. ¿Qué os sugiere a vosotros este pasaje?

16 de septiembre de 2009

Amarse

Continúo con el tema iniciado anteayer… bueno, más bien continuado, porque me doy cuenta que prácticamente sólo hablo de esto (por el momento…).



A ver, imaginemos uno que está en casa, tranquilito, pelín depre porque “mira tú, no soy nada guapo, aún encima soy mariquita y eso como que no está muy bien visto… o sí, pero el caso es que soy un tipo genial o una abominación sólo por este detalle; además mi jefe me hace la vida imposible y mis vecinos de arriba, que son unos capullos, me cabrean que… Si es que tengo un mal carácter que pa qué…” En fin, que uno está así, en plan Calimero, y por fin interioriza que Dios le quiere, así, porque sí, porque es él y no otro, y con un amor inmenso que no se puede concebir. Toma ya. Este uno se quedará de entrada alelado con este notición, y después se dará cuenta de un pequeño gran detalle: “Joé, pues si El me quiere así, es que yo valgo algo… a pesar de todo… ¡No! No a pesar de, sino con todo lo que soy… vaya, que entiendo que los otros me puedan querer… e incluso ¡puedo quererme un poco!

En otros tiempos se ha predicado mucho el desprecio de sí, pero, ¿tenemos derecho a despreciar lo que Dios ama con locura? Más bien habrá que predicar el amor a sí mismo… No el egoísmo, por favor, no confundamos las cosas. Amarse a uno mismo como El nos ama es tomarnos en serio, reconciliarnos con nuestras flaquezas, defectos y virtudes, liberarse por fin de la tiranía de la imagen que queremos dar, del qué dirán y similares. Ahí tocaremos la profundidad de la humildad: reconocerse tal y como uno es, y actuar en consecuencia; ser auténticos. Además, para poder amar a los otros, hay que amarse a sí mismo… Pero eso será en otro articulillo.

14 de septiembre de 2009

Dejarse amar

Durante mucho tiempo me han dicho que había que merecer el Amor de Dios, que había que ganar el cielo, que había que trabajar por la propia salvación, y un montón de cosas así. Lo peor es que, durante muchos años, me lo creí. El foso entre lo que yo era –y soy- y lo que me decían –y yo creía- que debía ser se agrandaba más y más hasta volverse insoportable. Un desastre, vaya.

Cada vez me convenzo más que es El quien toma la iniciativa de amor. Y esto no me lo invento yo, es Palabra de Dios (¡pero que alguien me dé la cita, por favor, que no la encuentro!). Hay otra persona que lo explica muy bien, la carmelita Isabel de la Trinidad (1880-1906) en una carta escrita unos días antes de morir dirigida a su priora. Le cedo la palabra:


[…]Tú eres amada extraordinariamente, amada con el amor de predilección que tuvo el Maestro en la tierra hacia algunos y que los llevó tan lejos. El no te dice como a Pedro: ¿Me amas más que éstos? Escucha lo que te dice: ¡Déjate amar más que éstos!, es decir, sin temer que algún obstáculo sea obstáculo, porque Yo soy libre para derramar mi amor en quien me place. ¡Déjate amar más que éstos!, ésa es tu vocación, y siendo fiel a ella me harás feliz porque engrandecerás el poder de mi amor. Este amor sabrá rehacer lo que hubieres deshecho. ¡Déjate amar más que éstos! […] La fidelidad que te pide el Maestro es de permanecer en comunión con el Amor, de derramarte, de enraizarte en este Amor que quiere marcar tu alma con el sello de su potencia y grandeza. No serás superficial si estás despierta en el amor. Pero en las horas en las que no sientas más que el decaimiento, el cansancio, le agradarás todavía si eres fiel en creer que El obra aún, que te ama de todas formas, y más aún: porque quiere engrandecerse en ti. […]

Se puede decir más alto, pero no más claro. Seas quien seas, seas como seas, Su amor te rodea. Es cuestión de saber dejarse amar. Y como no es plan de hacer artículos enormes en este blog, seguiré en otro momento con este tema. ¡Hasta pronto!

12 de septiembre de 2009

24 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (8, 27-35)

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.”


Hay momentos en nuestro cotidiano en los que intuimos la grandeza de Dios, de los que nos rodean, de nosotros mismos… y luego ocultamos esta luz con nuestros esquemas mentales. Sin embargo, a pesar de la bronca que podamos recibir de Jesús, El no deja de acompañarnos. Este texto me sugiere un montón de otras cosas, pero os dejo la palabra a vosotr@s...

10 de septiembre de 2009

Aceptar

Estos dos últimos textos que he publicado aquí responden a algo que está siendo muy presente en mi vida: la existencia de flaquezas en mí, de elementos de los que no estoy orgulloso, y de actos que, incluso sin ser pecado, no dejan de sonrojarme. Esto por un lado. Y por el otro, el Amor de Dios, la mirada que El pone en mí de acogida y de bendición (bendición = decir bien). Aceptar este Amor incondicional puede revelarse un reto aun mas difícil que el de llegar a altas cotas de ascetismo. Aceptar este Amor implica amarme a mí, y a todos aquellos que me rodean; porque cada uno, cada una, recibe la misma mirada de Amor de predilección.

Señor, Tú me sondeas y me conoces;
conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. (…)

Porque Tú mis entrañas has formado,
Me has tejido en el seno de mi madre;
Yo te doy gracias por tantas maravillas:
Prodigio soy, prodigios son tus obras.

Salmo 138 (139)

9 de septiembre de 2009

Dios te necesita

La próxima vez que pienses que tú no eres digno de servir a Dios, acuérdate que…
Noé se emborrachó
Abraham era demasiado viejo
Isaac era un soñador
Jacob era un mentiroso
Lía era fea
José era un ingenuo
Moisés era tartamudo
Gedeón tenía miedo
Sansón llevaba el pelo largo y era un mujeriego
Rahab era una prostituta
Jeremías y Timoteo eran demasiado jóvenes
David tuvo una amante y se cargó al marido de ésta
Elías quiso suicidarse
Isaías predicó desnudo
Jonás se escapó de Dios
Noemí era viuda
Job se arruinó
Juan Bautista comía bichos
Pedro negó a Jesús
Los discípulos se quedaron dormidos mientras rezaban
Marta se inquietaba por todo
La samaritana estaba divorciada, y más de una vez
Zaqueo era demasiado bajito
Pablo era demasiado religioso
Timoteo tenía una úlcera
Y…
Lázaro estaba muerto.
¿Qué eres tú peor que todo esto?
¿Alguna otra excusa para no servir a Dios?

Este texto anónimo fue publicado por Fabian, en el blog La beauté du Seigneur.

7 de septiembre de 2009

Sin prejuicios

Nunca un hombre ha respetado a los otros como este hombre.

Para él, el otro es siempre más y mejor que aquello a lo que las ideas recibidas incluso de Sabios y de Doctores de la Ley tienden a reducirle. El ve siempre en aquel o aquella que se encuentra un lugar de esperanza, una promesa viva, un extraordinario posible, un ser llamado –por encima y a pesar de sus límites y a veces sus crímenes- a un futuro todo nuevo. Llega incluso a discernir en ellos y ellas alguna maravilla secreta cuya contemplación le sumerge en la acción de gracias.

El no dice: “Esta mujer es inconstante, ligera, tonta; está marcada por el atavismo moral y religioso de su medio, sólo es una mujer.” El le pide un vaso de agua y da pie a una conversación.

El no dice: “Mira, una pecadora pública, una prostituta que no saldrá nunca de su vicio.” El dice: “Ella tiene más oportunidad para el Reino de Dios que aquellos que están apegados a sus riquezas o se escudan en su virtud y su saber.”

El no dice: “Esta es solo una adúltera.” El dice: “Yo no te condeno. Va y no peques más.”

El no dice: “Esta que intenta tocar mi manto es una histérica.” El la escucha, habla con ella y la cura.

El no dice: “Esta vieja que da sus céntimos para las obras del Templo es una supersticiosa.” El dice que ella es extraordinaria y que haríamos bien en imitar su desinterés.

El no dice: “Estos críos sólo son unos mocosos.” El dice: “Dejadles venir a mí e intentad pareceros a ellos.”

El no dice: “Este individuo es un funcionario prevaricador que se enriquece adulando a los poderosos y sangrando a los pobres.” El se invita a su mesa y asegura que su casa ha recibido la salvación.

El no dice: “Este hombre es un delincuente.” El le dice: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”

El no dice: “Este Judas será siempre un traidor.” El acepta su beso y le llama “amigo mío”.

El no dice: “Este fanfarrón es un renegado”. El le dice: “Pedro, ¿me amas?”.


Este texto de Albert Decourtray (1923-1994) lo publicó Agapenat en su blog Lumières
sur le chemin.

5 de septiembre de 2009

23° domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Marcos (7, 31-37)

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Lo que más me llama la atención de este texto es este movimiento que hacen Jesús y el sordomudo: apartarse de la multitud, dejarse tocar por El para “reaprender” a escuchar primero, y a hablar después, y volver luego con los otros.

La verdad es que me encantaría que, si a alguien le apetece, dejara un comentario sobre lo que este texto le sugiere; sería hacer una especie de lectura compartida del evangelio del domingo para profundizar en él los unos con los otros.

2 de septiembre de 2009

Un nuevo blog gay catolico

Bueno, bueno, pues aquí tenéis “un nuevo” que viene a contaminar un poco más la bloguesfera. Creo que hay bastantes indicios para darse cuenta que este es un blog gay católico (¡sí, es posible!). Para más datos sobre este vuestro servidor, os remito a mi perfil.

“El frasco de alabastro”… desde que tuve la primera idea de este blog tuve muy claro el título; la escena evangélica que evoca es una muy sugerente para mí. Jesús está a la mesa, con los Doce y otros amigos. La mujer que entra hace un gesto sorprendente, y enseguida las críticas arrecian; es Jesús quien sale en su defensa (y hermosa defensa, por cierto). Ningún evangelista nos dice qué hizo, dijo o pensó la mujer; personalmente creo que no se esperaba esta polémica, y que incluso estaba más allá de ella. Lo que ella quería, lo que ella podía hacer, era manifestar su amor por Cristo. No a solas y a escondidas, sino delante de y con los otros seguidores de Jesús.

De la misma manera, un gay que se reclama seguidor de Cristo, hijo y miembro de la Iglesia Católica despierta demasiadas polémicas que vienen de muchas partes. Mentiría si dijera que no me molestan, pero lo cierto es que no me quitan ni un ápice de paz. Así que aquí vengo con este frasco de alabastro en las manos, y lo primero que sale al abrirlo es una oración de acción de gracias: “Gracias, Señor, porque nos has creado a todos diferentes, y también iguales ante Ti al ser creados a tu imagen y semejanza; gracias, porque a mí me has querido gay, y Tú me amas así.”