«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»
Es cierto que a menudo las pequeñas –o grandes- preocupaciones cotidianas me hacen perder de vista la mirada de Dios; recibo este texto como una invitación a poner cada cosa en su sitio, no dejarme agobiar para vivir más conscientemente la alegría de la libertad de los hijos de Dios. ¡Os deseo un buen Adviento!
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En el momento en que estas líneas serán publicadas, vuestro servidor estará en París, en el retiro de invierno de la Comunión Betania. Os pido un favor: que nos tengáis presentes en vuestra oración de manera especial este fin de semana. ¡Muchas gracias!
1 comentario:
Cuenta con mi oración. Espero que el retiro sea fecundo y provechoso.
Un abrazo a todos los hermanos.
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