Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

4 de marzo de 2010

Delante

Estos días he leído una entrevista hecha al prior del monasterio benedictino de Clerlande (Bélgica), fr. Jean-Yves Quellec. Os traduzco el final de la entrevista:

Dicen que ser discípulo de Jesús consiste en seguirle, y es cierto. Discípulo es aquel que camina sobre los pasos del Maestro después de haberle escuchado. Pero Jesús ya no está presente como lo estaba sobre los senderos de Galilea. Ya no está físicamente hoy entre nosotros para decirnos sígueme. Cuando después de la resurrección él se aparece a sus amigos, no les dice seguidme, sino ¡id! Cristo me envía a esos lugares a los que El irá en su momento para hacer su misión. Nosotros somos precursores, nuestra misión es todavía la de Juan Bautista. ¿Sabes? Voy a hacerte una confesión: nunca he sido un buen seguidor de Jesús, me equivoco de camino, doy rodeos, me cuesta mantener el tipo. Entonces, cuando Cristo me llama, yo voy delante de El, como un perrillo que corre delante de su amo y que derrapa de alegría en todas las curvas. Creer es esto: escuchar la llamada, lanzarse, tomar la delantera. Correr delante del Maestro hacia los hombres para anunciarles su próxima visita. Vivir la fe como una aventura.
(Revista “Panorama”, n° 463, pag 18)


Leyendo estas líneas pensé que quizás esta sería una de las características de nuestra vocación: ir delante, preparar nuevos caminos para el Señor, caminos completamente inauditos y sorprendentes que pueden provocar más de una reticencia, y temor. Pero el Espíritu sopla donde quiere… Es cuestión de oír Su voz, y responder a sus invitaciones con sencillez, sin aspavientos, como un perrillo...

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