Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

4 de mayo de 2010

Amar... simplemente?

Mi querido Víctor: me permito responder aquí al comentario que has dejado en mi último articulo, porque quisiera continuar tu reflexión en un espacio más amplio que el de una simple respuesta.

¿Cómo amó Jesús? Creo que la respuesta a esta cuestión no está tanto en el razonamiento como en el contacto con El. No me gusta a mí tampoco hablar demasiado de mí, pero voy a hacer una mínima excepción: cuando empiezo mi rato de oración, siempre le digo al Señor: Ayúdame a conocerte más para amarte mejor. Me parece que es en la relación con El como podemos aprender a amar como El.

De todas formas hay amores y amores: el amor que yo puedo tener hacia mi pareja, mi familia, mis amigos, es más del orden de la emoción y de la voluntad. El amor hacia el prójimo es cuestión de la voluntad, no del sentimiento. Creo que en nuestras vidas cotidianas podemos encontrar ejemplos de eso: el compañero de trabajo al que no soportamos, pero al que le hacemos pequeños servicios a pesar de todo; la vecina insoportable y quejica; el novio idiota de un amigo… Amar al prójimo lo entiendo como un querer buscar su bien, ni más ni menos… incluso cuando el sentimiento nos dicta lo contrario.

Mi amor es tremendamente defectuoso; poco a poco, en la escucha de la Palabra hecha hombre, aprendo en la vida. Oremos uno por el otro para que caminemos siempre en este sentido. Un abrazo.

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