Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

6 de junio de 2011

Ciao...


Il y a un moment pour tout,
et un moment pour chaque chose sous le ciel :
un temps pour se taire,
et un temps pour parler.

(Qo 3, 1.7b)


Et voilà qu’il est arrivé pour moi le moment de me taire sur la toile… Question d’avoir un peu plus de temps pour être à l’écoute du Maître, et de ceux et celles qui m’entourent…






Todo tiene su momento,
y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
su tiempo el callar,
y su tiempo el hablar.

(Qo 3, 1.7b)


Y me parece que me ha llegado el momento de callarme en la red… Cuestión de tener un poco más de tiempo para estar à la escucha del Maestro, y de aquell@s que me rodean…

15 de mayo de 2011

(Texto sobre la bandera: Dios ama todas las personas)
(Texte sur le drapeau : Dieu aime toutes les personnes)



Celui qui vient à moi, je ne le rejetterai pas.

Aquel que viene a mí, no lo rechazaré.
(Jn 6, 37)

5 de mayo de 2011

Au monastère - En un monasterio

Siguiendo los consejos de doña Angustias, Edi aprovecha su baja para pasar unos días en un monasterio. Es la primera vez que hace una cosa así, y lo primero que le sorprendió al llegar a su habitación en la hospedería fue el ensordecedor silencio que se respira entre esos muros. Un poco más tarde, fue el encuentro con los monjes en una de las oraciones comunitarias. Al verles, y al oírles cantar, no pudo evitar una punzada de envidia y una cierta nostalgia. Así se lo dijo al hermano que se ocupa de los huéspedes, un sexagenario con una chispeante mirada azul y una sonrisa profunda.

- ¿Envidia? ¿Nostalgia? Y eso, ¿por qué?

- No sé –responde Edi- Tengo la impresión que la vida que llevan ustedes es mucho mejor que la mía, que me parece tan pobre…

- ¿Sabe usted, Epipodio? A ojos de muchos, nosotros somos unos imbéciles; otros, en cambio, piensan que somos una especie de héroes. No caiga en el mismo error –añadió, con una sonrisa.

- Oh, pero yo no pienso que ustedes sean unos imbéciles…

- No, pero sí piensa que somos unos héroes…

Edi no dice nada, porque es cierto: en estos hombres que dan toda su vida él ve unos héroes dignos de admiración. El monje continúa:

- Nosotros simplemente vivimos –o queremos vivir- nuestra vocación de la mejor manera, tal y como le es dado a cada uno de nosotros. Y usted también intenta vivir su propia vocación a fondo, ¿me equivoco?

- Yo no soy que un simple camarero gay, y… bueno, si, intento ser lo mejor que puedo con unos y otros…

El monje soltó una sonora carcajada antes de contestar:

- Bueno, ¿y le parece poco? Se trata de vivir nuestra propia vida al servicio de Dios y de los hermanos, ya sea sirviendo cervezas o cantando maitines a las cuatro de la mañana. Lo que cuenta es el amor que ponemos…


D'après les conseils de Mme Briel, Edi profite de son arrêt maladie pour aller passer quelques jours dans un monastère. C’est la première fois qu’il fait une chose pareille, et, tout en arrivant à sa chambre à l’hôtellerie, il a été surpris par l’assourdissant silence qu’on respire entre ces murs. Un peu plus tard, il rencontra les moines lors la prière communautaire. En les voyant, en les entendant chanter, il n’a pas pu empêcher une pointe de jalousie et une certaine nostalgie. Et il l’exprime ainsi au frère hôtelier, un sexagénaire au bleu regard pétillant et au sourire profond.

- Jalousie ? Nostalgie ? Et comment ça ?

- Je ne sais pas… Mais je dirais que votre vie à vous est meilleure que la mienne, qui me semble si pauvre…

- Savez-vous, Epipode ? Pour beaucoup de monde nous sommes des imbéciles ; il y en a d’autres qui pensent que nous sommes des héros. Ne faites pas cette erreur, s’il vous plait –il ajoute dans un sourire. 

- Oh, mais je ne pense pas que vous soyez des imbéciles…

- C’est vrai ; mais vous nous considérez comme des héros.

Edi ne répond pas, parce que c’est exact : chez ces hommes qui donnent toute leur vie il voit de gens dignes d’admiration. Le moine continue à parler :

- Nous ne faisons que vivre simplement notre vocation de la meilleure façon, comme c’est donné à chacun de nous. Et vous aussi, vous essayez de vivre à fond votre vocation, ou je me trompe ?

- Je ne suis qu’un petit serveur gay, en train de devenir vieux garçon et… ben oui, j’essaye de faire de mon mieux avec ceux et celles qui m’entourent…

Dans un éclat de rire, le moine lui répond :

- Bon, c’est déjà pas mal tout ça, non ? En tout cas, il s’agit de vivre notre propre vie au service de Dieu et des frères, bien en servant des bières, bien en chantant matines à 4 heures du matin… Ce qui compte c’est l’amour que nous y mettons…

28 de abril de 2011

Dimanche - Domingo

Domingo de primavera, con todo lo que conlleva: un hermoso sol, un aire fresco y delicado como una caricia… Pero la única caricia que siente Edi es una camilla bajo su espalda en la sala de urgencias del hospital. Fue en el trabajo; Edi se acuerda que llevaba una bandeja con dos cafés con leche, un cortado, cuatro donuts y una caña de chocolate cuando, de golpe, el mundo desapareció. Al abrir los ojos se vio rodeado de varios rostros preocupados, y comprendió que se había desmayado. El jefe llamó una ambulancia, y fue así como Edi llegó al hospital.

Edi mira en derredor. A su derecha, una anciana gime débilmente; en una silla de ruedas un hombre con la mirada perdida suspira, inquieto. Otro más joven mira febrilmente su reloj e increpa a las enfermeras por la tardanza; otra mujer lleva la resignación escrita en su cara… Edi se sabe parte de este catálogo de dolores humanos. Es más, le parece que nunca se ha sentido tan hermano de perfectos desconocidos como los que están con él en esa sala. De una manera que no podría explicar, sabe también que el Señor está unido a todos ellos. Edi está aturdido, no es capaz de pensar con claridad; pero quizás no es cuestión de pensar, sino de algo que va más allá del entendimiento… Los hombres ligados los unos a los otros, y el Maestro Resucitado con todos y cada uno… 

Es de noche cuando Edi vuelve a casa, con un diagnóstico de exceso de stress, cuatro puntos de sutura en la cabeza y una baja por enfermedad en el bolsillo. Y aunque parezca absurdo, está convencido que ha pasado uno de los mejores domingos de su vida.




Dimanche de printemps, avec tout ce qui comporte : un beau soleil, un air frais et doux comme une caresse… Mais Edi n’a que la caresse d’un brancard sous son dos à la salle d’urgences de l’hôpital. Ça a été au travail ; il se souvient de porter un plateau avec deux cafés au lait, un café noir, deux pains aux raisins et un au chocolat quand, soudain, le monde disparut. En ouvrant les yeux Edi était entouré de plusieurs visages inquiets, et il comprit qu’il avait fait une malaise. Le patron appela les pompiers, et c’est ainsi qu’Edi arriva à l’hôpital.

Il regarde autour de lui. A sa droite, une vieille femme gémit légèrement ; sur un fauteuil roulant, un homme au regard perdu soupire, soucieux. Un autre plus jeune n’arrête pas de regarder sa montre et blâme les infirmières pour le trop d’attente ; une femme porte sur son visage la résignation… Edi se sait partie de ce catalogue de souffrances humaines. Même plus, il lui semble qu’il ne s’est jamais senti si relié à des parfaits inconnus comme maintenant, avec ceux qui sont avec lui dans cette salle. D’une façon qu’Edi ne pourrait pas expliquer, il sait aussi que le Christ est uni à eux. Edi est très fatigué, il n’est pas capable de réfléchir calmement ; mais il se peut que ce ne soit pas question de réfléchir, qu’il s’agisse de quelque chose au-delà de l’entendement… Les hommes reliés les uns aux autres, et le Maître Ressuscité avec tous et chacun de nous…

C’est nuit quand Edi rentre chez lui, avec un diagnostique d’excès de stress, quatre points de suture à la tête et un arrêt maladie dans la poche. Même s’il semble absurde, Edi est convaincu d’avoir vécu un des meilleurs dimanches de sa vie.

21 de abril de 2011

Un rêve - Un sueño

Ha sido un día duro en el trabajo; Edi está muerto de cansancio, las piernas apenas le sostienen. Como de costumbre, el metro está lleno a rebosar, y tiene que viajar de pie. Apenas llegado a casa, se tira sobre el sofá, pone los pies con zapatos y todo sobre la mesa y se queda dormido. Y entonces tiene un sueño.

Se ve a sí mismo como está en ese momento, tirado en el sofá. La puerta que se abre, y en su salón entra el mismo Cristo, revestido de un manto de púrpura (¿o es un traje de Vittorio & Luchino?) y una corona real. Edi quiere levantarse, ¡qué menos!, pero no es capaz. El Señor se despoja de su manto de púrpura (¿o de la chaqueta?), de la corona, y se arrodilla junto a él. Con sus manos heridas, en un gesto de indecible ternura, desata los zapatos de Edi y se los quita… ¡Qué alivio! Porque los pies le duelen terriblemente. El Señor le quita también los calcetines, coge los pies de Edi en sus manos, y pone un beso en ellos, y le sonríe…

Edi se despierta. Todavía medio dormido piensa que ese beso y esa sonrisa no son sólo para él; ya despierto del todo piensa que, aunque sólo ha sido un sueño, el amor que el Maestro tiene por cada uno de Sus hermanos no se merece, pero que El mismo nos hace dignos de él. Y eso no es un sueño.





Ça a été une trop longue tournée au travail ; Edi est mort de fatigue, il est sur les rotules. Comme il pouvait s’attendre, le métro est plein de monde, et il doit rester debout. Quand il rentre chez lui, il se jette sur son canapé et met les pieds sur la table, sans défaire même les lacets de ses chaussures. Il s’endort tout de suite, et c’est alors qu’il fait un rêve.

Il se voit comme il est en ce moment, sur le canapé. La porte s’ouvre, et dans son séjour, voilà qu’Il entre, le Christ lui-même, revêtu d’un manteau pourpre (ou d’un costume de Dolce & Gabanna ?) et une couronne royale à la tête. Edi veut se lever, quand même !, mais il en est incapable. Le Seigneur enlève son manteau (ou la veste ?), la couronne, et s’agenouille à côté d’Edi. De Ses mains blessées, dans un geste d’indicible tendresse, il lui ôte les chaussures… Quel soulagement ! Car les pieds lui font un mal affreux. Le Seigneur lui ôte aussi les chaussettes, prend les pieds d’Edi dans Ses mains, et y pose un baiser, et lui sourit…

Edi se réveille. Mi endormi encore, il pense que ce baiser et ce sourire ne sont pas que pour lui seul ; bien réveillé ensuite, il pense que l’amour que le Maître a pour chacun de Ses frères n’est pas mérité, mais que c’est Lui-même qui nous en fait dignes. Et cela n’est pas un rêve.

14 de abril de 2011

Père et fils - Padre e hijo

Edi coge el metro y se sienta, sin pensar en nada en concreto; está un poco cansado, y deja ir y venir sus ideas sin pararse en ninguna de ellas. Mira hacia adelante y ahí, enfrente de él, un hombre sentado; está claro que frecuenta un gimnasio: todo en él expresa la fuerza bruta. Sus brazos hipermusculados terminan en dos grandes manazas: con una sujeta una mochila, y con la otra acaricia suavemente la cabeza de su hijo, acurrucado junto a él. El niño está medio dormido, y su padre le mira con una mirada llena de cariño. El contraste entre la fuerza de este hombre y la dulzura de su actitud hace resaltar aún más la inmensa ternura que le une a su hijo.

Edi piensa que nunca ha oído nada tan elocuente sobre la ternura de Dios como esta escena que le es dada de contemplar. El Amor de Dios, el Amor del Padre, no es una mera expresión más o menos afortunada y vacía de contenido, sino que es un misterio que nos sobrepasa completamente. Edi se siente sobrecogido y en paz… Ciertamente, este infinito gran Amor no se merece -¿quién podría merecerlo?-. Edi es bien consciente que lo que le toca es acogerlo simplemente en su vida, dejarlo crecer en él, comunicarlo a los demás. Dejar a Dios ser Padre, consentir a ser hijo y hermano…

Al bajarse del metro Edi musita un padrenuestro, con unas ganas locas de reír de alegría.




Edi prend le métro et s’assoit, sans penser à rien; il est un brin fatigué, et il laisse ses idées venir et aller sans en prendre aucune en compte. Il regarde devant lui et là, juste en face de lui, il y a un homme assis ; c’est clair qu’il fréquente une salle de sport, tout en lui exprime la force en état pur. Ses bras hyper musclés finissent en deux énormes mains : avec l’une il tient un sac à dos, avec l’autre il caresse doucement la tête de son fils, blotti tout contre lui. L’enfant somnole, et son père le regarde d’un regard plein d’affection. Le contraste entre la force qu’il dégage et la douceur de son attitude manifeste plus encore la tendresse qui le relie à son fils.

Edi pense qu’il n’a jamais entendu un discours si éloquent sur la tendresse de Dieu comme cette situation qui lui est donnée à contempler. L’Amour de Dieu, l’Amour du Père, n’est pas une simple expression vide de contenu ; c’est un mystère qui nous dépasse complètement. Edi est ébahi et paisible… Certes, cet infini et grand Amour n’est pas mérité –qui pourrait le mériter ?-. Edi se rend bien compte que ce qu’il a à faire c’est de l’accueillir simplement dans sa vie, le laisser grandir en lui et le communiquer. Laisser à Dieu être Père, consentir à être fils et frère…

En descendant du métro Edi murmure un Notre Père ; il a envie de rire de joie…

7 de abril de 2011

Catho et gay - Católico y gay

Al día siguiente Edi recibe una llamada de Dedé, y, aunque no está de humor, acepta quedar con él para tomar un café esa misma tarde. Edi se imagina muy bien el motivo por el cual él quiere verle, y no se equivoca. Dedé quiere saber exactamente lo que pasó la víspera con Arturo. Vamos, que le gusta el cotilleo y estar al corriente de lo que pasa. Aunque a Edi no le va esa actitud, le hace un breve resumen. Cuando termina, la carcajada de Dedé le pone de peor humor todavía; para él no hay nada gracioso en esta historia. Claro que, al principio, Dedé piensa que aquello de ir a misa no dejaba de ser una excusa original, y cuando se da cuenta de su error su asombro corre parejo a sus ganas de saber. Así que no era una excusa, así que Edi va a misa todos los domingos, así que Edi es practicante… Pero, vamos a ver, ¿en qué cabeza cabe que uno pueda ser creyente y gay al mismo tiempo? En mitad de una frase Dedé silabea la palabra im-po-si-ble. Su voz y su rostro se visten de una verdadera curiosidad acogedora al preguntarle a Edi como puede vivir esta contradicción:

- Tienes que explicármelo, querido, porque no veo como puedes hacerlo, a no ser que tengas una doble personalidad –y la sonrisa de Dedé no es burlona al decir esto.

A Edi de decirle que no, que no hay contradicción ni doble personalidad, que él es siempre el mismo, que su fe y su afectividad son dos dimensiones fundamentales de su vida y él intenta vivirlas plenamente. Que es precisamente en su relación con Dios y con los otros que su vida se unifica y se simplifica.

- Ya… -responde Dedé, tras un breve silencio- Pero ahí no entiendo nada, querido, ya sabes que mi cabecita no da para más, y que la lectura más profunda que puedo tener es el “Hola”. Me sigue pareciendo tan difícil creer lo que me dices… Y, la verdad, no me convence mucho.

Edi no sabe qué responder; no se trata de hacer de bonitos argumentos lógicos, ni de convencer a golpe de silogismos. Se da cuenta también que Dedé no busca ideas abstractas, que de golpe los dos prefieren hablar de la vida.

- Creo que necesitaría verlo, Edi; aunque me imagino que tu fe no se limita sólo a eso me gustaría ir contigo a misa un día y verte rezar, comprobar que eres el mismo con el que me voy de copas y con el que me echo unas risas… Si no te importa, claro…

A Edi no le importa. Le parece que hasta entonces había juzgado a Dedé, que se había quedado en la superficie del personaje. Con una voz insegura al principio, Dedé le cuenta su historia, y Edi acoge en él esta intimidad entregada.




Le lendemain Edi reçoit un appel téléphonique de Dédé et, même s’il n’est pas dans un de ses meilleurs jours, il accepte de se voir et prendre un café ensemble cet après-midi même. Edi s’en doute de la raison pour laquelle Dédé veut le rencontrer, et il ne se trompe pas : Dédé veut savoir exactement ce qui s’est passé la veille avec Arthur. Voyons, il adore les commérages, et être bien au courant de tout. Edi n’aime pas du tout cette attitude, mais il lui fait un bref résumé. L’éclat de rire de Dédé à la fin de l’histoire dérange Edi au plus vif ; pour lui il n’y a rien de drôle là. Dédé met un petit moment pour réagir… ce n’était pas donc une excuse bancale ? Alors, Edi va à la messe tous les dimanches ; alors Edi est croyant… Dédé est étonné, et veut savoir encore plus, parce que, voyons, comment l’on peut être gay et catho en même temps ? Dédé prononce clairement le mot « im-po-ssi-ble ». Sa voix et son visage s’habillent d’une vraie curiosité bienveillante quand il demande à Edi de lui expliquer comment il fait pour vivre cette contradiction :

- Il faut que tu me racontes, mon cher, parce que je ne vois pas comment tu peux le faire, sauf si tu as une double personnalité…

A Edi de lui dire que non, qu’il n’y a pas de contradiction ni de double personnalité, qu’il est toujours lui-même, que sa foi et son affectivité sont deux domaines fondamentaux dans sa vie et il essaye de les vivre pleinement. Que c’est précisément dans sa relation avec Dieu et avec les autres que sa vie s’unifie et se simplifie.

- Je vois –dit Dédé, après un bref silence- mais je ne comprends rien là, mon cher. Je n’ai qu’une petite tête, figure-toi que ma lecture la plus profonde est « Closer ». Il me semble si difficile de croire ce que tu me racontes… Je ne suis pas convaincu…

Edi ne sait pas quoi dire ; ce n’est pas question de faire de belles argumentations logiques, ni de convaincre à coups de syllogismes. Il se rend compte que Dédé ne cherche pas de réponses théoriques, que tous les deux préfèrent parler de la vie.

- J’aurais besoin de le voir, Edi ; même s’il me semble que ta foi ne se limite pas à ça, j’aimerais aller à la messe un jour avec toi et te regarder prier, vérifier que tu es le même mec avec qui je fais la fête et avec qui je prends de belles rigolades… Si cela ne te dérange pas, bien entendu…

A Edi cela ne le dérange pas. Jusqu’à maintenant il avait mal jugé Dédé, il était resté à la surface du personnage. D’une voix peu assurée au départ, Dédé lui raconte son histoire, et Edi accueille cette intimité livrée.

31 de marzo de 2011

Barrières - Barreras

Sábado noche. Edi está con sus amigos en uno de sus bares favoritos. La verdad es que forman un grupo agradable, homosensibles todos ellos, pero tan diferentes los unos de los otros… Mirándoles uno a uno, Edi da gracias a Dios por esta experiencia de amistad que le es dada. No se puede decir que vive un mismo grado de intimidad con todos y cada uno, pero con todos y cada uno hay un verdadero afecto, incluso con Dedé, al que Edi conoce más bien poco.

Dedé es especialista en ponerse a hablar con desconocidos, con su desfachatez habitual, y esa noche no es una excepción. Poco a poco, Edi participa a la conversación con ese hombre que está de pie, junto a la barra del bar; rápidas presentaciones – “Me llamo Edi”, “y yo Arturo”-. Un diálogo realmente agradable, tanto, que Edi no se da cuenta que Dedé les ha dejado solos, y que les mira con una sonrisa desde la mesa donde está el grupo de amigos. Los dos hablan un poco de todo: literatura, política, ecología, el ambiente… Tan a gusto se encuentra en la compañía de Arturo que Edi no se da cuenta que el tiempo pasa. Un vistazo rápido al reloj le devuelve a la realidad:

- ¡Qué tarde es! Lo siento mucho, pero me tengo que ir, mañana me levanto temprano.

- Ah… -Arturo parece decepcionado- ¿Qué tienes que hacer un domingo por la mañana temprano?

Y Edi responde, en su sencilla sinceridad:

- Ir a misa.

La carcajada irónica de Arturo le sorprende, y le desagrada aún más el discurso al que se lanza. En resumen, por el hecho de ser creyente, Edi es un pobre tipo envuelto en las tinieblas de la superstición, y que aún encima es un incoherente, ¿cómo puede venir a tomarse unas copas por la noche y luego ir a misa como si tal cosa? Edi no puede meter una palabra, y Arturo termina su parrafada con un adiós despectivo.

Edi se despide de sus amigos y, el rostro encendido, sale del bar. No ha podido explicar a Arturo que ser creyente no es adherir a un sistema de ritos más o menos supersticiosos, que la vida se unifica y se simplifica en la relación con Dios, y que, además, ser cristiano es seguir los pasos de Aquel a quien acusaban de borracho y glotón, amigo de personas políticamente incorrectas. Edi puede comprender la actitud de Arturo, cerrado en sus representaciones y sin posibilidad de diálogo; esta cerrazón la ha encontrado demasiado a menudo en la Iglesia. Y mientras camina rápido a su casa, Edi pide al Maestro de seguir rompiendo las barreras que separan los hombres entre ellos.




Samedi soir. Edi est avec ses amis dans l’un de leurs bars préférés. C’est vrai qu’ils forment un groupe assez agréable, tous homosensibles, mais tellement différents les uns des autres… En les regardant un par un, Edi remercie Dieu pour l’expérience d’amitié que lui a été donnée. On ne peut pas dire qu’il partage le même degré d’intimité avec tous et chacun, mais avec tous et chacun il y a de la vraie affection ; même avec Dédé, à qui Edi ne connaît pas beaucoup.

Dédé est un sans-gêne, spécialiste en établir une conversation avec des inconnus, et cette soirée n’est pas une exception. Petit à petit Edi participe à la discussion engagé avec cet homme qui est debout à côté du comptoir ; des présentations vite faites –« Je m’appelle Edi », « moi, c’est Arthur »-. Le dialogue est si agréable qu’Edi ne se rend même pas compte que Dédé les a laissés seuls et les regarde avec un sourire dès la table où sont les amis. Les deux, face à face, parlent un peu de tout : littérature, politique, écologie, le milieu gay… Edi est très à l’aise, mais un regard furtif à la montre le fait réagir.

- Tiens, qu’il est tard ! Je suis franchement désolé, mais il faut que j’aille ; demain je vais me lever tôt.

- Ah… ! –Arthur semble déçu- Mais, qu’est-ce que tu as à faire un dimanche matin tôt ?

Et Edi réponds, avec sa simple sincérité :

- Aller à la messe.

Arthur éclate de rire, et ce qui surprend le plus à Edi c’est l’ironie qui remplit ce rire. Mais c’est encore pire le discours auquel Arthur s’élance. En gros, Edi est un pauvre type pour le fait d’être croyant, et catho, qui vit dans les brumes noires de la superstition ; en plus, Edi est un incohérent, parce que comment est-il possible de venir boire à un bar gay et aller le lendemain à l’église comme si de rien n’était ? Edi ne peut pas en placer une devant le torrent de mots d’Arthur, qui finit son discours avec un « au revoir » méprisant.

Edi prend congé de ses amis et sort du bar, le visage tendu. Il n’a pas pu expliquer à Arthur qu’être croyant n’est pas adhérer à un ensemble de rituels plus ou moins superstitieux, que la vie s’unifie et se simplifie dans la relation avec Dieu, et, plus est, être chrétien c’est suivre les pas de Celui qui a été accusé d’être un ivre et un glouton, ami des gens politiquement incorrectes. Edi peut comprendre l’attitude d’Arthur, renfermé dans ses représentations et sans donner une chance au dialogue ; il a déjà un peu trop vu cette fermeture dans l’Église. Pendant qu’il marche d’un pas rapide vers chez lui, Edi demande au Maître de continuer à casser les barrières qui séparent les hommes entre eux.

24 de marzo de 2011

Guerre et paix - Guerra y paz

Edi apaga la tele. Inútil decir que el telediario le ha dejado hecho polvo: la guerra no es nunca una buena noticia. Sus ojos están llenos de escenas de bombardeos, de destrucción, de muertes anónimas. Un sabor de boca amargo que viene directamente de su alma. Edi piensa en el cortejo que acompaña la guerra, y lo sufren siempre los mismos, los de abajo. En un ímpetu de generosidad le gustaría ir allá, poder compartir las penurias de ese pueblo… pero no es posible. Siempre queda la oración, y, aunque no es poco, Edi siente que hay algo más.

Se va al trabajo con el corazón en un puño. Y reza por ese pueblo que sufre desde hace tanto tiempo, reza también, ¿por qué no?, por los soldados. Y casi sin darse cuenta da gracias también por los que trabajan por la paz. ¿Y si está ahí ese “algo más”? Esta tarea no es exclusiva de los diplomáticos, o de gente en el poder; él también, a su pequeña escala, puede trabajar por la paz. Una gota en el océano, cierto, pero una gota de agua puede aliviar una sed. Ser portador de paz, poder romper la dinámica de las rencillas, de las maledicencias, de los odios en su pequeño mundo. Si uno lo mira bien, no es tan sencillo como parece…

Edi está más animado, él vivirá esta actitud como una oración de intercesión, con su confianza puesta en el Padre todomisericordioso.




Edi éteint le poste de télévision. Pas la peine de dire que le journal télévisé a laissé son moral à zéro : la guerre n’est jamais une bonne nouvelle. Ses yeux sont remplis d’images de bombardements, de destruction, de morts anonymes. Un arrière goût amer qui monte directement de son âme. Edi pense au cortège qui accompagne la guerre, qui est toujours subi par les mêmes, ceux d’en bas. Dans un élan de générosité il aimerait y aller, partager les pénuries de ce peuple… mais ce n’est pas possible. Il reste toujours la prière, c’est déjà pas mal ! Mais Edi pressent qu’il y a quelque chose en plus.

Il part au travail avec le cœur tout triste. Il prie pour ce peuple qui souffre depuis si longtemps ; il prie aussi –pour quoi pas ?- pour les soldats. Et presque sans s’en apercevoir il rend grâces pour ceux qui travaillent pour la paix. Et si c’est là cette « quelque chose en plus » ? Cette tâche n’est pas exclusive des diplomates ou de gens puissants ; lui aussi, à sa petite échelle, il peut travailler pour la paix. Une goutte dans la mer, certes, mais une goutte d’eau peut soulager une soif. Être porteur de paix, pouvoir briser la dynamique des animosités, des médisances, des haines dans son petit monde à lui.

Edi se sent plus encouragé, il va vivre cette attitude comme une prière d’intercession, avec toute sa confiance mise dans le Père Tout Miséricordieux.

17 de marzo de 2011

Carême - Cuaresma

Este año la cuaresma ha caído sobre Edi de manera completamente imprevista. La cabeza en las nubes, no se dio cuenta hasta la mañana misma del miércoles de ceniza. Bueno, nunca es tarde para formar buenos propósitos y vivir este tiempo como Dios manda. Así que en su cabeza empezó a planear cosas. Ayunar todos los viernes, por ejemplo… pero claro, ¿será capaz luego de trabajar? Bueno, esforzarse en no comer carne esos días ya no está mal. ¿Y suprimir su café de después de comer? Eso, y él lo sabe bien, le da dolores de cabeza, pero bueno, se trata de mortificar el cuerpo, ¿no? De entrada, un día a la semana nada de tele, ni de ordenador, ni de música en casa…

Y así pasa Edi los primeros días de la cuaresma, tratando de tener buenas ideas y de negociar las mejores penitencias. Hasta que una noche, mientras trataba de dormir, una idea martilla su cabeza. ¿Para qué todo esto? ¿Por qué? ¿Para quién? Edi enciende la luz y se incorpora. Todas esas cosas que había pensado le causaban más ansiedad que paz… Era más una carrera de méritos que muestras de amor… Sí, amor; la cuaresma también es una cuestión de amor. Y no hay nada mejor para el amor que estrechar la relación con aquel a quien se ama. Quizá el reto de esta cuaresma sea vivir más en la intimidad con el Amado y escuchar su Palabra. Quizá todas las pequeñas y grandes privaciones sólo tienen sentido cuando son para hacer crecer y vivir este Amor en su vida de cada día. Quizá la penitencia sea dejarse perdonar esas cosas que ni él mismo se perdona. Quizá sea todo para aprender a mirarse a si mismo, a los otros y al mundo con la mirada de Dios…

Edi se acuesta de nuevo y apaga la luz, apacible, dispuesto a pasar una feliz cuaresma con el Maestro.



Cette année le carême est tombé sur Edi de façon tout à fait imprévue. La tête dans les nuages, il ne s’est rendu compte que le matin du mercredi des cendres. Bon, il n’est jamais trop tard pour faire de bonnes résolutions et vivre ce temps comme il le faut. Dans sa tête donc il commença à planifier son carême ; jeûner tous les vendredis, par exemple… mais, serait-il capable de travailler ensuite ? Bon, faire des efforts pour ne pas manger de la viande c’est déjà pas mal ! Et supprimer son café après le repas ? Cela, il le sait bien, va lui provoquer maux de tête, mais il s’agit de faire pénitence, n’est-ce pas ? D’emblée, un jour toutes les semaines, pas de télévision, pas d’ordinateur, pas de musique à la maison…

Et Edi passe ainsi les premiers jours du Carême, tout en essayant d’avoir de bonnes idées et de marchander les pénitences les meilleures. Jusqu’à ce qu’une nuit, pendant qu’il essayait de dormir, une idée martèle sa tête. A quoi bon tout ça ? Pour quoi ? Pour qui ? Edi allume la lampe de chevet et se redresse dans son lit. Tout ça qu’il a pensé ces jours lui a causé plus d’anxiété que de paix… C’était plus une course aux mérites que signes d’amour… Oui, amour ; le carême est aussi une question d’amour. Rien de mieux pour l’amour que serrer les liens avec celui qu’on aime. Peut-être le défi de ce carême est de vivre plus dans l’intimité avec le Bien-Aimé et écouter sa Parole. Peut-être les petites et grandes privations n’ont de sens que lorsqu’elles sont faites pour faire grandir et vivre l’Amour dans sa vie de tous les jours. Peut-être la pénitence est se laisser pardonner ces choses que lui-même ne se pardonne pas. Peut-être c’est le moment d’apprendre à se regarder, regarder les autres, regarder le monde avec le regard de Dieu…

Edi se recouche et éteint la lumière, paisible, prêt à passer un joyeux carême avec le Maître.

10 de marzo de 2011

J'aurais voulu être... - Ser otro

Velada entre amigos en un bar del centro de la ciudad. Sobre fondo musical de Gloria Gaynor y de Communards, alrededor de unas cervezas, la conversación empieza a versar sobre la pregunta “¿quién te hubiera gustado ser?”

- El Brad Pitt gay de la ciudad –dice Dedé, entre carcajadas.

- Venga, Dedé, dinos seriamente quién te hubiera gustado ser –reconviene Emilio.

- Os lo digo de verdad, me encantaría ser tan admirado como el Pitt ese, siempre guapo y siempre joven, y salir en la “Zero”.

Todos reaccionan a la frase de Dedé, y van diciendo cada uno quién o qué hubieran querido ser. Edi escucha a medias, porque en su interior intenta responder a esa cuestión. Le hubiera gustado haber sido más inteligente, llegar a ser un científico o un filósofo conocido, pero al menos le quedó el gusto por la lectura y una gran curiosidad de aprender. A él le encanta la música, no podría vivir sin ella, pero nunca ha sido capaz de tocar un instrumento o de cantar medianamente bien. Le hubiera gustado haber sido más alto, un poco más guapo… “Sin embargo, en todas esas carencias he terminado por encontrar pistas para crecer; todo lo que tengo y todo lo que me falta hacen de mí lo que soy ahora. Querer cambiar todo eso, sería como decirle al Señor que no ha sabido hacerme, sería echarle en cara su Amor por mí, sería decirle que tal y como soy no merece la pena amarme, ni El, ni nadie…”

- Edi, ¿por qué estás tan callado? Aún no nos has dicho quién hubieras querido ser.

Edi abre la boca, la cierra, dubitativo, y al final responde humildemente:

- Me hubiera gustado ser Edi, simplemente…

Un coro de risas acoge esta respuesta:

- Anda que… ¡Baja, Modesto, que sube esto!

Y entre el barullo de risas y comentarios, la mirada de Edi cruza la de Dedé, que pensativo bebe un sorbo de su cerveza…



Soirée entre copains dans un bar en centre ville. Sur un fond musical de Gloria Gaynor et de Communards, autour de quelques bières, la discussion commença à tourner sur la question « tu auras voulu être qui ? »

- Le Brad Pitt gay de la ville –dit Dédé, en rigolant.

- Allez, Dédé, dis-nous sérieusement qui tu aurais aimé être –lui reproche Émile.

- Mais je vous le dis vraiment ! J’aimerais être si admiré que ce mec là, toujours beau, toujours jeune, et faire la une à « Têtu ».

Tous réagissent à l’affirmation de Dédé, et chacun raconte qui ou quoi ils auraient voulu être. Edi écoute d’une oreille, car dans son intérieur il essaie de répondre. Il aurait aimé être plus intelligent, devenir un scientifique ou un philosophe reconnu, mais il lui reste au moins le goût pour la lecture et une grande curiosité pour apprendre. Il adore la musique, il ne pourrait pas vivre sans elle, mais il n’a jamais été capable de jouer un instrument, ou de chanter de façon acceptable. Il aurait aimé être un peu plus grand, un peu plus beau… « Pourtant, dans toutes ces carences j’ai fini pour trouver des pistes pour grandir ; tout ce que j’ai et tout ce qu’il me manque font de moi ce que je suis maintenant. Vouloir changer tout ça serait comme lui dire au Seigneur qu’Il n’a pas su me façonner, ça serait Lui reprocher son Amour pour moi, ça serait Lui dire que vu comme je suis ce n’est pas la peine de m’aimer, ni Lui, ni personne… »

- Edi, pourquoi tu es si taciturne ? Tu ne nous as pas encore dit ce que tu aurais voulu être.

Edi ouvre la bouche, la ferme, hésitant, et il fini pour répondre, tout humblement :

-J’aurais voulu être Edi, simplement.

Un chœur de rires reçoit cette réponse :

- Dis-donc, que tu es gonflé, toi ! Ça va, les chevilles ?

Entre le brouhaha des commentaires plus ou moins drôles, le regard d’Edi croisse le regard de Dédé, qui boit songeur une gorgée de bière…

3 de marzo de 2011

La beauté - La belleza

Fue en el metro. Edi se sentó, cansado, y apoyó su espalda dolorida contra el respaldo del asiento. Miró al frente, y ahí olvidó su cansancio. Sentado justo frente a él había un hombre, más o menos de su edad, y Edi quedó cautivado por la belleza de su rostro. No era una belleza de estas de modelo o de revista; era más bien una armonía de rasgos y una transparencia de su mirada que dejaba intuir un poco la belleza de su alma. El cabello negro corto, los ojos oscuros y profundos, una boca fina enmarcada por esas arrugas entre las que danza una sonrisa. Edi miraba lo más discretamente posible la belleza del rostro de ese hombre, sin deseo de apropiársela, sin deseo de tocarla, sin deseo siquiera de volverla a ver. A la gratuidad de esa belleza solo se puede responder con la gratuidad de la admiración y también, ¿por qué no?, con una acción de gracias a Dios, fuente de toda belleza.


C’était dans le métro. Edi s’assoit, épuisé da sa journée, le dos naze et endolori. Il regarde devant lui, et là il oublie sa fatigue. Assis en face de lui il y a un homme, du même âge que lui à peu prés, et Edi est saisi par la beauté de son visage. Ce n’est pas une beauté comme on peut voir sur les pages d’un magazine ou sur l’écran d’un cinéma ; c’est plutôt une harmonie de traits et une transparence dans son regard qui laisse entrevoir la beauté de son âme. Les cheveux noirs et courts, les yeux profonds et foncés, une fine bouche encadrée par ces rides parmi lesquelles danse un sourire. Edi regarde le plus discrètement possible la beauté de ce visage sans désir de se l’approprier, sans désir de la toucher, sans désir non plus de la voir une autre fois. A la gratuité de cette beauté on ne peut répondre qu’avec la gratuité de l’admiration et aussi, pourquoi pas ?, avec une action de grâces à Dieu, source de toute beauté.

24 de febrero de 2011

Aimer Dieu - Amar a Dios

Pareciera a veces que a Edi le encanta comerse la cabeza, como ese día. Mientras que se tomaba su café de la mañana, de repente, una cuestión le vino a la cabeza: “¿Es que amo a Dios?” ¡Joé, menuda preguntita para comenzar el día! Y, además, ¡menudo día! Cuando llegó a su trabajo al bar restaurante todas las mesas estaban ocupadas y tuvo que ponerse a correr entre ellas con las bandejas en la mano. Sin embargo intentó al menos guardar la sonrisa; también con su compañera Blandina, que estaba más lenta que de costumbre y no paraba de pedirle ayuda con la caja registradora. Pero incluso en mitad de su trabajo, mientras servía filetes y tarta de chocolate (“sí, señor, es casera”) Edi se preguntaba: “¿Es que amo a Dios?”

Después del trabajo Edi volvió a casa. A veces vuelve a pie, y se para en una iglesia que hay a mitad de camino para pasar un ratillo en oración. Pero no ese día, estaba demasiado cansado como para andar y cogió el metro. Lo primero que hizo al llegar a casa fue llamar a su amigo Alberto para saber de su familia, y estuvieron largo rato al teléfono; Alberto necesitaba hablar, su hermano iba de mal en peor, y al final habían despedido del trabajo a su mujer. Cuando la conversación terminó Edi sólo tuvo tiempo de hacerse la pregunta una sola vez, porque su vecina doña Angustias llamó al timbre. ¿Edi sería tan amable de venir a su casa para cambiar la bombilla del cuarto de baño? Visita rápida a la casa de su vecina, lo justo para darse cuenta los dos que ella no tenía bombillas de recambio y que hacía falta ir a comprar. Sin problemas, Edi fue al supermercado del barrio. “¿Es que amo a Dios?” Edi estuvo a punto de pedirle a doña Angustias su opinión, pero prefirió callarse.

Por fin Edi pudo sentarse en su sofá. Puso las piernas sobre la mesa y se adormeció casi enseguida. Medio dormido, medio despierto, se dio cuenta que la respuesta a su pregunta estaba en todo lo que había vivido a lo largo del día. Y también que amar a Dios no es un punto de llegada, sino un camino que se hace día a día. Un ligero ronquido contento salió de su boca entreabierta.




On dirait parfois qu’Edi aime bien se prendre la tête, comme ce jour là. Pendant qu’il buvait son café du matin, soudain, une interrogation survint à son esprit : « Est-ce que j’aime Dieu ? » Dis-donc, quelle question pour démarrer la journée ! Et, en plus, quelle journée ! Quand il arriva à son travail à la brasserie toutes les tables étaient occupées et il a dû de courir entre elles plateaux en main. Mais il essaya de garder le sourire, quand même ; aussi envers sa collègue Blandine, qui était plus lente que d’habitude et n’arrêtait pas de lui demander de l’aide avec la caisse. Mais même au beau milieu du travail, tandis qu’il servait des entrecôtes et moelleux au chocolat (« fait maison, monsieur ! ») Edi se demandait de temps en temps : « Est-ce que j’aime Dieu ? »

Après le travail, Edi rentra chez lui. Parfois il fait le trajet à pied, et entre dans une église qui est dans son chemin pour prier un peu. Pas ce jour là, il était un peu trop fatigué pour marcher et il prit le métro. La première chose qu’il fit en rentrant fut d’appeler son copain Albert pour prendre ses nouvelles, ils sont restés longtemps au téléphone ; Albert avait besoin de parler, l’état de santé de son frère ne changeait pas, sa femme avait été finalement virée de son travail. La conversation terminée, Edi eu le temps de se poser une seule fois la question, parce que sa voisine Mme Briel sonna à sa porte. Est-ce qu’il serait si gentil de venir chez elle pour changer l’ampoule de la salle de bain ? Visite rapide chez sa voisine, juste pour s’apercevoir qu’elle n’avait plus d’ampoules et qu’il fallait aller en acheter. Pas de soucis, Edi s’en alla au supermarché du coin. « Est-ce que j’aime Dieu ? » Edi fut sur le point de demander l’avis de Mme Briel, mais il préféra se taire.

Finalement, voici Edi sur son canapé. Il allongea ses jambes sur la table, et il s’assoupit aussitôt. Dans son somme, il se rendit compte que la réponse à sa question était dans tout ce qu’il avait vécu au long de la journée. Et aussi qu’aimer Dieu n’est pas un point d’arrivée, sinon un chemin que l’on fait jour à jour. Un léger ronflement content sortit de sa bouche entrebâillée.

17 de febrero de 2011

Bienaventurado - Heureux

Ese domingo, como todos los domingos, Edi fue a Misa. Y se encontró con la sorpresa que el cura no era el de siempre, sino uno jovencillo que estaba de paso. Durante la homilía sintió un cierto adormecimiento, pero intentó mantenerse despierto y escuchar lo que decía el cura. Siempre era una voz nueva, diferente a la de cada domingo. Pero bueno, hablaba de la felicidad de fundar una familia con muchos niños correteando alrededor… Y vaya, que no era tema que atrajera mucho la atención de Edi. Hasta que escuchó una frase que le despertó completamente: “Los homosexuales son dignos de compasión porque no conocerán nunca esa alegría.” Vale, hasta ahí pase; pero lo siguiente fue aun peor: “De hecho, no conocerán ninguna alegría verdadera ni aquí ni en el cielo, a no ser que se curen de sus tendencias enfermas”. ¿Qué hacer? Edi tuvo ganas de levantarse y de irse, pero se conformó con hundirse más en su abrigo. El resto de la celebración fue una tortura. Y al final, mientras se apresuraba a salir, vio que no muy lejos estaba doña Angustias, su vecina, una solterona de ochenta y tantos años y de cinco rosarios diarios. Edi se hundió todavía más en su abrigo, mientras pensaba fuertemente: “Que no me vea, que no me vea…”

- Buenos días, Epipodio, ¡qué alegría verle! Mire usted qué bien, que así no haré el camino sola a casa.

- Buenos días, doña Angustias –contestó, con un hilo de voz- ¿cómo está usted?

- Bien, bien, gracias a Dios, ¿y usted? Siempre le veo solo, aún no he visto ni una sola vez a su novia. ¿Ella no es practicante?

“Lo que me faltaba”, pensó Edi. Pero respondió amablemente:
- No tengo novia, doña Angustias, creí que ya lo sabía…

- Ya me parecía a mí… ¿Le molesta si me apoyo en su brazo? Muchas gracias, Epipodio, pero estas piernas son tan viejas como yo… ¿Y novio? Espero que tendrá usted alguien en su vida y que no estará solo.

Edi se puso rojo, las piernas le temblaron, y miro de hito en hito a su vecina. Un signo de interrogación y otro de exclamación se veían en su mirada.

- ¿Qué quiere usted decir, doña Angustias?

- Lo que oye, Epipodio. ¿Cree usted que eso me escandaliza? Para nada. Es cierto que soy un poco demasiado devota, que soy una solterona, pero soy vieja. A lo largo de todos estos años he conocido muchas personas muy diferentes, he leído mucho y he pensado un poco. Lo suficiente como para agrandar mis horizontes y ser más comprensiva. Sé que usted es buena gente, y créame, lo que me preocupa es que usted no esté solo.

Hubo un silencio. Edi no creía lo que estaba oyendo. Doña Angustias volvió a hablar.

- Esta homilía de hoy… Yo no sé lo que les dan a estudiar en el seminario a estos curitas de hoy en día. Y he pensado que hoy usted debería dar gracias a Dios. Sí, sí, no me mire con esa cara. En usted hoy se cumple eso que dijo Jesús, “felices seréis cuando os insulten o persigan por causa de mi nombre”. Seguramente el Señor pensaba en aquellos que eran perseguidos por ser cristianos, pero estoy convencida que esta bienaventuranza es válida también para aquellos a quienes se condena en el nombre de Dios. ¡Alégrese, Epipodio, porque digan lo que digan, es usted un bienaventurado, y usted toca la alegría que viene de Dios!




Ce dimanche, comme tout dimanche, Edi est allé à la Messe. Et là il trouva la surprise de voir un nouveau curé, un jeune qui était de passage. Pendant l’homélie Edi n’arriva pas à rester attentif, il s’endormait ; mais il essaya quand même de écouter cette nouvelle voix, qui pouvait être toujours intéressante. Mais bon, c’est vrai que le curé parlait du bonheur de former une famille, avec beaucoup d’enfants, et tout ça… Voyons, Edi n’est pas très concerné par ce sujet ; pas évident donc de rester bien réveillé ! Jusqu’à ce qu’il écouta une phrase qui le tira de son endormissement : « Les homosexuels sont dignes de notre compassion, parce qu’eux ne vont jamais connaître ce bonheur. » Bon, pas très réjouissant les mots du curé. Mais le pire est venu après : « En fait ils ne seront jamais vraiment heureux, ni ici ni là-haut, s’ils ne guérissent pas de leurs tendances malades. » Quoi faire ? Edi avait envie de se lever et partir, mais il resta, enfoncé dans son manteau. Le reste de la célébration fut une torture pour lui. Et à la fin, quand il se pressait pour partir, Edi aperçut Mme Briel, sa voisine, une vieille fille de quatre-vingts et quelques ans et aux cinq chapelets par jour. Edi s’enfonça encore plus dans son manteau en pensant très fort : « Qu’elle ne me voit pas, qu’elle ne me voit pas… »

- Bonjour, Epipode ! Je suis bien contente de vous voir ! Allez-vous rentrer ? C’est magnifique, comme ça je ne rentre pas toute seule.

- Bonjour, madame Briel –répliqua, avec une petite voix- Comment allez-vous ?

- Bien, bien, Dieu merci ! Et vous-même ? Je le vois toujours seul, je n’ai toujours pas vu votre petite amie, même pas une fois. Est-ce qu’elle n’est pas croyante, peut-être ?

« Ce qui me manquait pour m’achever », pensa Edi. Mais il répondit poliment :
- Je n’ai pas de petite amie, madame, je croyais que vous le saviez déjà.

- Il me semblait… Est-ce que ça vous dérange si je m’appuie sur votre bras ? Merci beaucoup, Epipode, ces jambes sont si vieilles que moi… Et un petit ami ? J’espère que vous avez quelqu’un dans votre vie, que vous n’êtes pas seul.

Edi rougit soudain, et l’air lui manqua de coup. On pouvait lire dans son regard un point d’interrogation et un autre d’exclamation.
- Qu’est-ce que vous voulez dire par là, madame Briel ?

- Ce que vous avez entendu, Epipode. Pensez-vous que cela me scandalise ? Pas du tout. C’est vrai que je suis une vieille fille, un peu trop grenouille de bénitier, mais je suis vieille. Au long de toutes ces années j’ai rencontré beaucoup de personnes très différentes, j’ai beaucoup lu, et réfléchi un peu. Cela m’a suffit pour élargir mes horizons et devenir de plus en plus compréhensive. Je sais que vous êtes un bon garçon, je ne voudrais pas que vous restiez seul…

Il y a eu un silence. Edi ne pouvait pas croire ce qu’il entendait. Madame Briel parla à nouveau :

- Cette homélie d’aujourd’hui… Je ne sais pas ce qu’ils font comme études ces jeunes au séminaire ! Mais je crois que vous devriez rendre grâces à Dieu. Oui, oui, ne me regardez pas comme ça. Aujourd’hui en vous s’accomplit cette parole du Christ : « heureux serez-vous si l’on vous insulte, si l’on vous persécute à cause de moi. » Bien sûr le Seigneur Jésus pensait à ceux qui sont persécutés pour être des chrétiens, mais je suis sûre que cette béatitude est aussi valable pour ceux que l’on condamne au nom de Dieu. Réjouissez-vous, Epipode, car vous êtes heureux, et vous touchez le bonheur qui vient de Dieu !

10 de febrero de 2011

Le problème homo - El problema homo

El otro día, por dos veces y en dos circunstancias diferentes, Edi escuchó una frase que le hizo daño en los oídos y un escalofrío en la espalda: la problemática condición homosexual. En ambas circunstancias Edi no pudo replicar, pero esa expresión quedó en su cabeza, como una frase en lengua extranjera a la que no se termina de encontrar un significado.

Hace años que Edi se sabe homosensible, hace años que da gracias al Señor por ello, como por otros elementos de su vida que aprendió a amar. Sus amigos viven más o menos tranquilamente su orientación afectiva. Cierto, para la gran mayoría de entre ellos –Edi incluido- no ha sido fácil llegar ahí. Y claro, una cuestión se impone: ¿por qué no ha sido fácil? ¿Es a causa de la orientación afectiva en sí misma, o las dificultades son provocadas por la mirada de los otros, de la sociedad, de las Iglesias? Ser mirado como un bicho raro, como una anomalía de la naturaleza, como un ser depravado o como un héroe, a la larga, pasa factura. Pero una vez pagada esta factura, la libertad de ser lo que se es se pega a la piel y corre por las venas. Edi se sabe libre, con esa libertad que es la de los hijos de Dios. Y respira profundo, y deja que el aire llene sus pulmones en un instante de plenitud.

Es así como esa noche, en el silencio de su habitación, la acción de gracias de Edi se transforma en intercesión por aquellos para quienes su orientación afectiva es un problema, por aquellos cuya mirada emponzoña la vida de otro. Y se duerme, bajo la mirada acogedora y amorosa del Padre.


L’autre jour, deux fois en deux circonstances tout à fait différentes, Edi entendit une phrase qui l’a fait mal aux oreilles et froid dans le dos : la problématique condition homosexuelle. Pour les deux fois Edi n’a pas pu répondre, mais l’expression est restée dans sa tête, comme une phrase dite en une langue étrangère dont l’on n’arrive pas à saisir ce qu’elle veut dire.

Il y a des années qu’Edi se sait homosensible, il y a des années qu’il en rend grâces au Seigneur, tout comme pour autres éléments de sa vie qu’il a appris à aimer. Ses amis vivent plus ou moins paisiblement leur orientation affective. Certes, pour la plupart d’eux –Edi y compris- cela n’a pas été aisé. Une question s’impose alors : pour quoi cela n’a pas été facile ? C’est à cause de l’orientation affective en soi-même, ou les difficultés sont-elles provoquées par le regard des autres, de la société, des Eglises ? Être regardé comme un drôle d’oiseau, comme une anomalie de la nature, comme un être dépravé ou un héros… A long terme il faut payer pour être ainsi regardé. Mais une fois ces comptes réglés, la liberté d’être ce que l’on est se colle à la peau et coule dans les veines. Edi se sait libre, avec cette liberté qui est celle des enfants de Dieu. Et il respire profond, et il laisse l’air remplir ses poumons en un instant de plénitude.

C’est ainsi comme cette nuit, dans le silence de sa chambre, l’action de grâces d’Edi se transforme en intercession pour ceux qui vivent son orientation affective comme un problème, pour ceux dont le regard empoisonne la vie d’autrui. Et il s'endort, sous le regard bienveillant et amoureux du Père.

3 de febrero de 2011

Les yeux voilés - Los ojos velados

Hacía varios días que aquello rondaba Edi, pero fue ese lunes que se levantó con un peso sobre los hombros y en el ánimo: “nada va bien”, se dijo, mirándose en el espejo. Evidentemente, la jornada se pasó en esta pesadez. Edi se sentía embotado, el alma al borde del llanto; nostalgias de ciertos rostros desaparecidos de su vida; Blandina, la nueva compañera de trabajo, lenta y un poco corta; el cielo gris; el muro en que se había convertido su oración… Edi arrastró los pies a lo largo de las horas de este lunes. Por la tarde, sentía que todo aquello iba a desbordarse. Fue entonces cuando se encontró con su amigo Alberto…

- Hola, Alberto, ¿qué tal estás? ¡Hace mucho que no nos vemos!

- ¡Hola, Edi! Bueno, yo no estoy en uno de mis mejores momentos… Pero, ¿y tú?

Y Edi le contó todos sus pequeños problemas, sus estados de ánimo; Alberto escuchaba, e intentó hacerle ver las cosas desde otro punto de vista. Fue el turno de Edi de escuchar esas palabras que le devolvían un poco la confianza en sí mismo.

- Gracias, Alberto… Es cierto que a veces me ahogo en un vaso de agua, pero… ¿Y tu? ¿Qué me cuentas?

- Algo poco agradable. Mañana me voy a casa de mi hermano. No sé si te dije que está enfermo… Bueno, el final se acerca a grandes pasos. De todas formas no voy a poder quedarme mucho tiempo, porque mi mujer está a punto de ser despedida del trabajo… la crisis, como te puedes imaginar, y…

Y mientras Alberto hablaba, Edi escuchaba como en un remolino. Los rostros desaparecidos, el de Blandina, el cielo gris, el muro de la oración… todo desaparecía arrastrado por la vergüenza; porque sus estados de ánimo le habían velado los ojos e impedido mirar más allá de la punta de su nariz. En el rostro cansado de Alberto brillaba una pequeña sonrisa sincera.

- De todas formas, Edi, estoy contento de haberte visto, aunque sólo haya sido un momento. Cuando vuelva te llamo, y nos tomamos algo, ¿te parece?

Edi volvió a su casa arrastrando los pies. Si la vida de cada uno es una gama de grises, la de Alberto viraba más bien al negro. Mientras calentaba su sopa al microondas, una oración sin palabras brotó de su interior: intercesión por Alberto, su hermano y su mujer; acción de gracias por todos aquellos que son capaces de sonreír y se ocupar de los otros incluso en medio de su dolor; ofrenda de su propia vergüenza; acogida del perdón de Dios…




Il y avait quelques jours que cela rôdait Edi, mais ce ne fut que ce lundi qu’il se leva avec cette lourdeur : « il n’y a rien qui aille », se dit-il, en se regardant au miroir. Et bien entendu, la journée se déroula lourdement. Edi se trouvait ralenti, la larme à l’âme ; nostalgies de certains visages disparus de sa vie depuis longtemps ; Blandine, la nouvelle collègue de travail, lente et un peu sotte ; le ciel gris ; le mur qu’il trouvait à la prière… Il traîna ses baskets tout au long des heures de ce lundi pas du tout au soleil. Le soir, il sentait que cela allait déborder. C’est alors qu’il retrouva son copain Albert…

- Salut, Albert, comment vas-tu ? Il y a un moment qu’on s’est pas vus !

- Salut, Edi ! Ben, moi ça va pas trop ; et toi, comment ça va bien ?

Et à Edi de lui raconter tous ses petits malheurs, et à Albert de l’écouter, d’essayer lui faire voir les choses d’un autre angle. Alors à Edi d’entendre ces paroles qui lui rendaient un peu la confiance en lui-même.

- Merci, Albert… Oui, c’est vrai que parfois je me noie dans un verre d'eau… Mais, et toi ? Quoi de neuf ?

- Pas très la joie –répliqua- Demain je pars chez mon frère. Je ne sais pas si je t’ai dit qu’il est malade… Bon, maintenant on arrive à la fin. Mais je ne peux pas rester longtemps là bas, parce que ma femme est sur le point de se faire virer du boulot… la crise, vois-tu ? Je ne peux pas non plus la laisser seule en ce moment, et…

Et pendant qu’Albert parlait, Edi écoutait comme dans un vertige. Les visages disparus, celui de Blandine, le ciel gris, le mur de la prière… tout disparaissait emporté par la honte ; parce que ses états d’âme l’avaient voilé les yeux et empêché de voir au-delà de son nez. Sur le visage fatigué d’Albert étincelait un petit sourire sincère.

- En tout cas, Edi, je suis content de te voir, même si ce n’est qu’un instant. Je t’appelle quand je serai rentré, ça te dit ? On pourra se prendre un verre ensemble, et discuter tranquillement.

Edi rentra chez lui, toujours traînant ses baskets. Si la vie de tout un chacun est une nuance de gris, celle d’Albert virait plutôt au noir. En réchauffant sa soupe, une prière sans paroles déborda de son cœur : intercession pour Albert, son frère et sa femme ; action de grâces pour ceux qui sont capables de sourire et de prendre soin des autres même au milieu de son malheur ; offrande de sa propre honte ; accueil du pardon de Dieu…

27 de enero de 2011

De profundis

Edi había previsto un tiempo de oración esa mañana antes de ir a trabajar, cuestión de empezar bien el día. Pero se estaba tan bien en la cama… Se quedó adormilado, saboreando esos minutos de más entre las sábanas, y pasó lo que suele pasar en estos casos, que sólo tuvo tiempo para una ducha rápida y un café a toda velocidad. “Aprovecharé el tiempo en el metro”, se dijo.

Pero con las prisas no se llevó el libro que suele utilizar para la oración, y sentado entre la multitud intentó recordar un salmo. El primero que le vino a la cabeza fue el 129, ese que empieza “desde lo hondo a Ti grito, Señor”. ¡Qué salmo tan apropiado, ahora que está en lo hondo de la ciudad, a varios metros bajo el suelo! Y, medio dormido todavía, sonrió su propio chiste.

“Desde lo hondo a Ti grito, Señor”… Como una cancioncilla oída en la radio, esas palabras le rondaron la cabeza, incluso entre el barullo del trabajo. Edi pensó, sobre todo, en aquellos momentos en los que su ánimo estaba más bajo que el metro; pensó también en aquellos a quienes le han robado la esperanza, o la han perdido. “Desde lo hondo a Ti grito, Señor”… Salmo de funerales, salmo penitencial; lo hondo del dolor, lo hondo del pecado.

Edi frunció el ceño, se sentía frustrado como el que percibe el aroma del mar pero no lo ve. Intentó dejarlo de lado y concentrarse en su trabajo, pero a lo largo de todo el día siguió dándole vueltas. Tan sólo por la noche, mientras veía una película en la tele, se dio cuenta. Cogió su cuaderno y escribió: “Desde lo hondo a Ti grito, Señor, desde lo hondo de mi vida de cada día, desde lo hondo del cansancio del trabajo y desde lo hondo de las risas compartidas con mis amigos; desde lo hondo de cada minuto a Ti grito, Señor.” Y las horas le parecieron mucho más ricas.




Edi avait prévu un temps de prière ce matin avant d’aller travailler, c’était question de démarrer bien la journée. Mais il était si bien au lit… Il sommeilla, en goûtant ces minutes en plus entre les draps, et ce qui pouvait arriver arriva : Edi n’a eu du temps que pour prendre une douche rapide et ingurgiter un café à toute vitesse. « Je vais profiter le temps au métro », se dit-il.

Mais il était si pressé qu’oublia son psautier, et, assis entre la multitude, il essaya se souvenir d’un psaume. Le premier qui l’est venu à la tête était le 129, celui qui commence « des profondeurs je crie vers Toi, Seigneur ». Quel psaume si adapté maintenant qu’il est dans les profondeurs de la ville, quelques mètres sous terre ! Et, encore mi-endormi, il sourit sa propre blague.

« Des profondeurs je crie vers Toi, Seigneur »… Comme une chanson entendue à la radio ces mots le rôdaient la tête, même dans le brouhaha du travail. Edi pensa, surtout, à ces moments de sa vie où son moral était plus bas que le métro ; il pensa aussi à tous ceux à qui l’on a volé l’espoir, ou qui l’ont perdu. « Des profondeurs je crie vers Toi, Seigneur »… Psaume de funérailles, psaume pénitentiel ; les profondeurs de la douleur, les profondeurs du péché.

Edi fronça les sourcils, il était frustré comme celui qui sent l’arôme de l’océan, mais ne le voit pas. Il se concentre sur son travail, mais tout au long de la journée il continua à y réfléchir. Cela n’a été que tard le soir, pendant qu’il regardait un film à la télévision, qu’il s’est rendu compte. Edi prit son cahier et il y écrit : « Des profondeurs je crie vers Toi, Seigneur, des profondeurs de ma vie de chaque jour, des profondeurs de la fatigue du travail et des profondeurs des rires partagés avec mes amis ; des profondeurs de chaque minute je crie vers Toi, Seigneur. » Et les heures lui semblèrent beaucoup plus riches.

23 de enero de 2011

Presentaciones - Présentations

A partir de ahora en este blog seguiremos las inquietudes y andanzas cotidianas de un personaje. Se llama Epipodio, Edi para los amigos, y es, a pesar de su nombre, un hombre corriente, de esos que pasan desapercibidos, que podemos encontrar en el metro, en la cola del cine o haciendo la compra en el súper de al lado. Al mismo tiempo, como todo el mundo, tiene en sí esos rasgos que le hacen único y original.

Hubo un día que, como él dice, se enteró de que Dios le quiere con toda su fuerza divina. En su pudor, Edi no da más detalles de este momento; tan sólo dijo a uno de sus amigos íntimos: “Siempre había pensado que una experiencia como esta me llevaría a una especie de beatitud celeste y borraría de un golpe todas mis debilidades… Más bien ha sido al contrario”. Y una sonrisa abierta iluminaba su rostro al decir esto.

Por supuesto hay otro detalle importante en su vida: Edi es homosensible. En general sus salidas del armario se han pasado tranquilamente, con algunas excepciones, claro está, como aquella chica que le dijo: “¿Eres gay? Entonces eres un tipo estupendo y te aprecio mucho más.” Edi no respondió nada en ese momento, pero se dijo después que no le gustaba ser apreciado o rechazado exclusivamente por su orientación afectiva. Aunque esta orientación conforme su vida, él es mucho más que eso, mucho más que una colección de adjetivos o de etiquetas.

En fin, es el momento de las presentaciones oficiales: aquí Edi, aquí unos lectores…


Nous allons suivre dans ce blog les inquiétudes et péripéties quotidiennes d’un personnage, qui répond au prénom d’Epipode, Edi pour les intimes. Malgré ça, il est un homme tout à fait banal, de ceux qui passent inaperçus, que l’on peut croiser au métro, ou faisant la queue au cinéma, ou dans l’épicerie du coin. En même temps, comme tout le monde, il a en soi cette quelque chose qui fait de lui une personne unique et originale.

Un jour il a appris que Dieu l’aime de toute sa force divine. Dans sa pudeur Edi ne donne pas d’autres détails. Il a seulement dit à un de ses amis : « J’avais toujours pensé qu’une expérience comme celle-là allait me porter vers une sorte de béatitude céleste et allait effacer d’un seul coup toutes mes fragilités… ça a été plutôt à l’inverse ». Et un sourire ouvert illuminait son visage quand il parlait.

Bien entendu il y a encore un autre détail important dans sa vie : Edi est homosensible. En général ses coming-out se sont bien passés, dans la paix et la justesse, à quelques exceptions près. Comme cette fille qui lui rétorqua : « T’es gay ? T’es quelqu’un de génial alors, et je t’apprécie encore plus. » Edi n’a rien répondu sur le champ, mais plus tard il s’est dit qu’il n’aimait pas être apprécié ou rejeté uniquement à cause de son orientation affective. Même si cette orientation conforme sa vie, il est beaucoup plus que ça, beaucoup plus qu’une collection d’étiquettes ou d’adjectifs.

Bon, voilà les présentations officielles : ici Edi, ici des lecteurs…

20 de enero de 2011

Novedades et nouveautés

Año nuevo, vida nueva, blog nuevo... Con un poco de retraso me pongo a las novedades en la red, y aquí os propongo un nuevo “frasco de alabastro”. Nueva “fachada”, nuevo estilo, e incluso nueva lengua, sin dejar de lado el español, porque no puedo dejar de comunicarme en el idioma que utilizo todos los días, incluso en la oración. Lo que no cambia son los derechos de autor: si alguien encuentra algo aquí que le gusta y que quiere compartir con otros, puede hacerlo. A cambio sólo le pido que me lo diga. ¡Hasta pronto!

Avec la nouvelle année, voilà que je me mets –avec un peu de retard, certes- aux nouveautés sur la toile, et je vous propose ce « flacon d’albâtre ». En plus du design, la grande nouveauté est que je me lance à le faire en les deux langues : besoin de communiquer aussi en la langue que j’utilise –bien ou moins bien- tous les jours. Ce qui ne change pas c’est ma politique des droits d’auteur : si quelqu’un trouve ici quelque chose que le plaît, et qu’il ou elle veut partager avec d’autres, peut le faire. En échange, je ne demande que d’être prévenu. A très bientôt !