Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

17 de febrero de 2010

Salmo 50 (51)

Hete aquí que la Cuaresma llama a nuestras puertas. Tiempo de oración, de penitencia, de dar. Tiempo de arrepentimiento y perdón. Sin embargo, en este tema, creo que siempre he tenido más tendencia a mirar mis pecados y mis defectos que el Amor y el perdón de Dios. Así que este año lo voy a hacer al revés. A fin de cuentas, Dios nos da su perdón incluso antes de que nos demos cuenta… Luego se trata de saber acogerlo, pero esa es otra historia.

Así pues os propongo leer –y meditar, y orar- el siguiente salmo fijándose más en el “tú” que en el “yo”…

¡Feliz Cuaresma!

Salmo 50 (51)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
4lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

5Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
6contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
7Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

8Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
9Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

10Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
11Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

12Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
13no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

14Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
15enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

16Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
17Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

18Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
19Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

20Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
21entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

2 comentarios:

Víctor M. Fdez. dijo...

Querido Manuel; me ha encantado este punto de vista que propones y, además, ¡ cómo cambia el sentido del salmo ! Voy a procurar meditarlo en esa línea.
Buen día y feliz Cuaresma!

Manuel, hermano de la Communion Béthanie dijo...

Me alegro que te haya servido, Victor. Un beso!