Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

6 de febrero de 2010

5 domingo del Tiempo Ordinario

Del evangelio según san Lucas (5, 1-11)
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
- Remad mar adentro, y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
- Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
- Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón:
- No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Ya en una primera lectura (mientras preparo este artículo, de hecho) hay dos ideas que me vienen así, de repente: la primera es la sorpresa al ver que la gente se agolpaba para oír la palabra de Dios. Quizá si todos y cada uno de los miembros de la Iglesia tuviéramos el mismo deseo vehemente de escuchar Su voz, otro gallo nos cantaría (pero mejor no mencionar el gallo delante de Pedro).

La idea siguiente es, precisamente, la reacción de Pedro y la respuesta de Jesús: a la protesta de humildad de Pedro (¡y eso que el gallo no ha cantado todavía!) la respuesta de Jesús es invitarle a marchar detrás de El y compartir su misión. Vaya, que todavía podemos decir eso de “esta Escritura que acabáis de oír se cumple hoy”. La cuestión es de saber aceptar…

No hay comentarios: