Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, muy caro; rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús… (Mc 14, 3-9)

Jésus se trouvait à Béthanie, chez Simon le lépreux. Pendant qu'il était à table, une femme entra, avec un flacon d'albâtre contenant un parfum très pur et de grande valeur. Brisant le flacon, elle le versa sur la tête de Jésus... (Mc 14, 3-9)

31 de octubre de 2010

Todos los santos



De la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)

Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Al mismo tiempo que los disfraces de monstruos hacen su agosto (halloween obliga), san Juan nos revela nuestra verdadera identidad: hijos de Dios, ¡nada menos! Lástima que estamos ya tan acostumbrados a esta fórmula que apenas nos damos cuenta de cómo puede cambiar la mirada que echamos hacia nosotros mismos y hacia los que nos rodean, de cómo puede cambiar incluso nuestra manera de encarar la vida de cada día. ¡Feliz fiesta de todos los santos!

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