Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros a causa de mi nombre. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. (Mt 5, 10)
Siempre entendí esta bienaventuranza en el siguiente sentido: bienaventurado aquel que es perseguido porque sigue el camino señalado por Cristo Jesús. Seguramente fue este sentido el que quiso darle el evangelista. Esta fue la realidad cotidiana de las primeras generaciones cristianas… y aún sigue estando de actualidad para los cristianos en ciertos países.

Sin embargo, pienso que podemos darle un poco la vuelta… Alguien es perseguido, injuriado, calumniado en nombre de Dios, y ése entraría también en esta bienaventuranza, ¿no? Así, cuando dicen que los homosensibles no tenemos derecho a amar y ser amados, que somos unos enfermos, o que desconocemos el sentido de palabras como fidelidad o fecundidad, vaya… Claro que de entrada me cabrea; después, bueno, veo como gracias a esa gente me acerco más al Maestro. ¡Gracias! Pero, sobre todo, gracias, Señor.
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